viernes, abril 16, 2010

Cariño a los Demás o el Sentido Verdadero de la Vida

¡Cuántas veces habremos visto comerse a besos a dos auténticos desconocidos!
Somos así.
Al primero que pasa, al primero que aterriza, al primero que se cruza, le damos todo el cariño del mundo.
Somos así.
Somos guays.
Somos muy majos.

Realmente muchos de estos actos (impúdicos la mayoría de las veces) los hacemos pendientes de esa recompensa del desconocido. Que se refiera a nosotros como gente maja, como gente guay, como gente hospitalaria, como gente risueña, como buena gente.

Una puta mentira.

No podríamos pasar más de un fin de semana con esta gente. No podríamos mantener la sonrisa, la mandíbula abierta, más de ¿diez días?

Y sin embargo, la peña que está a nuestro lado, los que nos quitan las babas, los mocos y los vómitos; los que hacen guardia mientras dormimos; los que se preocupan en nuestra ausencia, éstos, no se merecen más que un poquito de ese espléndido cariño. A veces tan leve e imperceptible que a uno se le antoja miserable.

No sé si es una manía generalizada o hay que apelar a la manida "condición humana", como si esto nos exonerara de nuestra casposa voluntad. No sé si lo mamamos o lo capturamos en el roce social.

Habrá que seguir repartiendo abrazos al primero que pasa, ¿por qué no? Pero habrá que mirar al del lado de vez en cuando, no se nos vaya a poner mustio el sentido verdadero de la vida.




Ya hacía...

La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...