domingo, septiembre 18, 2016

Rocktiembre 2016: lo bueno y lo malo.

Rocktiembre 2016 en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid. Sábado 17 de septiembre. La primera edición del festival fue en 1978 en la plaza de toros de Vistalegre. Ya ha llovido. Aquello se gestó en la mítica sala Silikona.


Comenzamos con un horario algo anglosajón: a las 18:00 amenazan con empezar los Coz. El acceso para los que tenemos entrada para el ruedo consta de 2 o 3 personas cacheo en mano. Resultado: cola de veteranos rodeando al Yiyo, al metro, a los señores agentes del orden y a los puestos de pipas y cocacolas que no venden nada (bueno, cerveza en bolsa sí).

Mazo de peña entra tarde (la culpa es nuestra por no estar allí a las 16:00, seguro) aunque los de la organización han agilizado bastante el paso de toriles.

Al entrar en el ruedo vemos la parte del tendido (o sea, la grada) bastante llena y no sabemos por qué se nos ponen los pelos como escarpias (la piel de gallina para los no metaleros). Sin embargo Coz ya está tocando y el sonido, siendo generosos, es horrible. Aún así mucha gente goza del concierto, porque a lo mejor hace 20 años que no va a un concierto o porque no ve a Juan Márquez hace 40 o porque han venido a pasárselo bien y nadie va a impedírselo.

A las 18:45 Coz se ha retirado ya con el ruedo medio lleno y gente aún entrando y el tendido no demasiado revolucionado. Los minis a 9,5€ van cayendo y la tarde se va poniendo algo fría cuando entran en acción El Pirata y El Mariskal a animar el cotarro (curioso que pincharan un tema de Obús y otro de Maiden y que fuera de lo más coreado por el personal).



Presenta a los míticos Topo con José Luis Jiménez y Lele Laína ex, ambos, de Asfalto. Por supuesto "Vallecas 1996", "Marea Negra" y "Días de Escuela" (de su etapa con Asfalto). Músicos buenos, sonido un poco mejor y mucha gente de 50 para arriba jaleando, fumando porros y atusándose el pelo cano, el que podía.

Tras Topo y ya con ganas de entrar la luna en concierto salieron los chicos de José Carlos Molina: Ñu con el "Preparan". Mejor sonido y buena puesta en escena con la colaboración de Judith Mateo al violín en algunos temas. Como siempre "No hay ningún loco" nos volvió locos a todos y no nos defraudó tampoco el bueno de Molina con su despedida en plan (no me dejan tocar más y esas cosas de ego que tiene el chaval). Así que nos quedamos sin "Tocaba correr".



Ahora salían Asfalto, con todo el grupo en plan boda ibicenca, blanquitos con un rollito como pidiendo Sonorama o FIB a gritos. Reconozco cierta crueldad en el comentario que viene pero todos los grupos de este festival deberían aceptar que el 99% del público pasa olímpicamente de sus trayectorias musicales más allá del 92, cuando la Expo y las Olimpiadas pusieron a España "en su sitio". En un festival me dedicaría a tocar todos mis éxitos de aquella época, la que la gente desde el tendido reclama; la que la gente del ruedo coreará; la que la gente apela desde la nostalgia de lo que no volverá; y se sonríe y queda con gente que hacía tiempo que no veía y quiere su banda sonora otra vez allí, en directo, compartida con los artistas que lo hicieron posible. Todo lo demás es paja.

Asfalto también tocó "Días de Escuela" (no sé si ha pasado alguna vez, pero nos resulta curioso). Derecho tenían, está claro. También sonó "Rocinante", ese tema que siempre nos chirría a pesar de reconocer que es bueno. Y también "Más que una intención" que más adelante versionarían Mägo de Oz en aquel disco de rarezas "Belfast". Estuvo bien, con un sonido muy limpio y actualizado.

Tras Asfalto los seguramente esperados por muchos Barón Rojo. La vergüenza ajena que sentimos en Getafe en el festival "Cultura Inquieta" la volvimos a experimentar esta noche. Primero porque para un grupo que está en ruta constante se hace imprescindible que para este evento, Rocktiembre, te prepares temas que no van normalmente en tu setlist, para sorprender, para flipar, para encandilar a tus seguidores y dejar con igual gusto a todos los que hacía años que no sabían de vuestra vida. Y segundo porque la voz de Carlos de Castro, llena de gorgoritos y con una falta total de garra y presencia escénica hacen que se sufra con cada temazo de estos mitos del rock duro en español. Es lamentable. La pregunta es si no sería más bonito contratar a un vocalista como dios manda, como han hecho otras bandas, que intentar ser un remedo de Sherpa o de ti mismo con muy poco gas. Desconocemos las razones internas pero el público no se merece esto: preferimos un cover, la verdad. Y para hacer un bolo más mejor te quedas en casa.



Y llegó Burning: 10 músicos con Johnny Cifuentes a la cabeza desplegaron el gran show de la noche. De principio a fin hubo rock, estilo, rollings, casticismo y alma en un concierto que mereció la pena corear de cerca. Sonaron, por supuesto, "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?" y "Mueve tus caderas". Por allí andaban Mariano Muniesa, Óscar de Lujuria y otros ya peinando plata pero con el mismo espíritu de siempre.

Acabó el festival con un Mariskal entregado a las masas y contento de haber conseguido juntar a tanta gente en Las Ventas, con un Pirata también contento y con una bochornosa sorpresa final. Algunos con cierta gana, otros con ninguna y la mayoría sin tener ni puta idea de la letra, se marcaron una canción casi en plan nochebuena del gran éxito de Moris "Sábado a la noche". Ninguno de los que habíamos pagado la entrada nos merecíamos tal despedida, con Cachorro y otros haciendo que tocaban la guitarra y sin orden ni concierto todos. Una falta de respeto. Eso es lo que fue.

El festival seguramente había que hacerlo, seguramente mucha gente disfrutó de lo lindo y solo por ver las sonrisas cómplices de toda la plana de veteranos anoche en la plaza y que pisaron hace más de 30 y 40 años los garitos de Madrid y media España habrá merecido la pena. Todos estos supervivientes de un mundo de democracia incipiente, falta de comprensión de las autoridades y mucha droga mal controlada llenaron el país de buen rollo y ansias de libertad. Solo por eso mereció la pena acudir a este Rocktiembre que tiene que pensarse que no todo vale y que la gente se rasca el bolsillo para ver algo mucho más grande. A pesar de reconocer el gran esfuerzo y lo difícil de levantar algo así.

Bonito el recuerdo constante a ese primer Rocktiembre con fotos de la época y bonito también el recuerdo a Cucharada y Manolo Tena y otros que también se fueron.


Y por encima de todo:
Ahora tú qué pensarás, si cuanto más me oprimían más amé la libertad. 

lunes, junio 20, 2016

Nos pasan por encima: El cómico y el arroz

El mundo de la comedia es como el arroz: puedes hacerlo como lo hacía tu abuela, echarle soja, comerlo de un día para otro (ya llevo la lista de 3 y debería parar pero...), que se agarre un poco, probar cómo queda con cilantro o esas mierdas de los restaurantes caros y fashions o hacerlo como te dice tu jefe, si eres cocinero o quieres entrar en ese famoso restaurante para convertirte en encargado de sala o chef con estrellas.

Da igual. La comedia, como el arroz, la puedes hacer como quieras. Lo importante es que se pueda comer. 

El mundo del stand up comedy, de eso de subirse a un escenario a pelo, con tu voz, tus pensamientos, tu escaleta en la cabeza y tu tripa dispuesta a ser abierta en canal es como todos esos arroces. Y si eres uno al que le gusta cocinar o más allá de eso quieres vivir de ello tienes que asumir una cosa: te van a pasar por encima. Tarde o temprano tu brillantez se convertirá en costumbrismo, tu comedia en pose y tus galones en harapos como paños de cocina que aportan más olor que limpieza.



Ser consciente ayuda a no morir de envidia, a alegrarse de los éxitos ajenos y a valorarlos en su justa medida. A veces es suerte, a veces sexo anal pero quizá haya que entender que sobre todo es trabajo. Dedicarle horas a tener presencia, a escribir, a probar, a viajar, a valorar lo que haces y a mejorarlo. 

Ver gente apenas conocida hace nada como Patricia Espejo pisando el escenario de El Club de la Comedia te llena de envidia y alegría, porque la has visto con los brackets puestos haciéndose su OpenMike en Paramount Comedy o a Eva Soriano hace nada defendiéndose de suegras-hecklers con su actitud profesional y sus manos de actriz. 

O ves a Miki Dkai en la gira con los grandes o a Dani Piqueras en Likes de #0 o Iggy Rubín de guionista de Buenafa o a Denny de estrella del canal Central o a Gabri Calzado en la cima del audiovisual y subiendo.

Ves a muchos que estaban ahí abajito, buscando, mirando, rodando por el suelo, que dirían los Leize. Y es un orgullo haber compartido escenario con ellos, cañas y críticas.  

Y vendrán más y más, como Edu Santamaría o Simó Martí desde Valencia, que harán tu comedia vieja y tus canas serán mimbres para su cesto de la ropa sucia. Nos pasan por encima. Sí.

El que crea que esto va de llevar más tiempo no sabe dónde se ha metido. Hay much@s cómic@s. Brillantes hay unos 10 o 12. No te pasan por encima. Eres tú, que estás en la toalla de Playa Comodidad, mirando Facebook para criticar y quejarte. Mirando los followers del de al lado sin pensar que lo mismo Twitter te quedó grande, como a los abuelos el GPS, que les hace coger vías de servicio y llegar más tarde.

Lo bonito aquí es seguir haciendo arroz, en un teatro para 400 personas y al día siguiente para 30 en un bar de barrio y escuchar las risas, ver las sonrisas y sentir los aplausos. Agradecer cada uno de esos plas! plas! que te hacen feliz. 

Lo bonito es que cuando alguien te esté pasando por encima le sonrías, alargues el brazo y le digas:
-¡Toma, para el camino! Un tupper de arroz.




viernes, junio 03, 2016

Flooxer y las Series

Celebran los chicos de Flooxer la presentación de contenidos de ficción o su consolidación en formato webserie: Series Flooxer. 

Nos muestran en los Cines Callao, presentado por un laxo Quique Peinado (suele pasar cuando estás hasta arriba de curro) 5 episodios de 5 contenidos para la web. A saber: "El Partido", su segunda temporada, ficción política con Facu Díaz de reportero nada dicharachero pero con parecido a un Muppet más. 


"Temporada Baja" con un dolor de hija y padre desmemoriado y algo de crueldad de por medio. Seguro que mola, el capítulo elegido no tanto. "Entertainment" (segunda temporada) de los chicos de "Malviviendo" intentando hablar de sí mismos con gracia y con falta de algo que no faltaría si no pensamos en los fans cuando creamos algo. El final de "Dos Salaos", con los VengaMonjas Esteban y Xavi y el Fernando Arrabal del posthumor o del humor directamente que es Miguel Noguera. 

Y para guinda del pastel creativo no commons "Paquita Salas", con un "a star is born" llamado Brays Efe que llena la pantalla de talentoso desparpajo con mucha inside joke y mucho derroche de producción. SPAM!



Total: cinco piezas con mucha gente joven, mucho talento y muchas ganas de partir la pana con esta plataforma que en pocos meses ha hecho las cosas muy bien.

De momento muchos formatos, muchos contenidos, que es lo que hace falta, y poco a poco iremos viendo los que sobreviven, los que se van reajustando, es un campo aún por cultivar. No hay que cerrarse a nada pero ya hay que ir viendo quién es un cantamañanas y quién tiene talento, formación, ganas de trabajar y de contar algo interesante (no los distingues por la ropa y la pelu, porque van todos igual). 

Lo que es el evento en sí se puede calificar de pelotazo. Mucha gente, buen rollo, caras de la industria y cerveza, que no falte. Seguimos creando...






miércoles, mayo 25, 2016

Breve reflexión sobre el Ministerio del Tiempo

En este nuevo flujo televisivo fragmentado, hipertextual, viral si se quiere, parece extraño pero sigue ocurriendo el mismo encantamiento alrededor del televisor: la convocatoria. 



Hacía mucho tiempo que esto no pasaba en el salón propio y es de honestos reconocer que El Ministerio del Tiempo (TVE) se convirtió en cita ineludible cada lunes que nos llamaban a ello. 

Todos los capítulos sin excepción han dejado algo dentro, como esas películas que de niño te descubrían nuevas formas de ver el mundo, nuevas maneras de contar o nuevos paisajes.

El Ministerio del Tiempo ha sido como un big bang televisivo con su universo expandiéndose por todos los lados. Miles de críticas positivas, premios (la mayoría aún por caer), fanarts con los ministéricos detrás, incluso un libro publicado desde la privilegiada mente de la chica que más sabe de televisión en España como es la profesora Conchi Cascajosa. 



No nos hemos documentado para escribir estas líneas pero la repercusión de la serie ha llegado a la universidad a una velocidad brutal para la perspectiva reposada que hay que tener a la hora de analizar los temas. Pero El MdT ha arrasado con todo. Ha hecho de su virtud necesidad de estudio. 

Quizá la primera serie con un auténtico o al menos visible showrunner en España. Javier Olivares llevando las riendas suyas y también ya las de su hermano, que lamentablemente se fue, avisando y demasiado pronto (seguramente ahí nació el Tiempo). 

Una serie con un potentísimo guión. Para los que nos gusta escribir nos encanta que una historia nos sorprenda, nos seduzca y nos deje KO en nuestras conjeturas. Quizá sea un Ministerio del Tiempo donde el viaje temporal se antoja su McGuffin particular. De hecho las paradojas temporales siempre llevan al enredo de los que insanamente se quedan sólo a escudriñar los lapsus o defectos. El MdT va más allá: es un viaje para proponernos un juego. Un juego con tantos niveles narrativos como puertas han de atravesar sus poco avezados protagonistas. Una serie que, sin perder su trama principal y subtramas interpela constantemente al espectador, no sólo Felipe II (Carlos Hipólito) en el último capítulo. El reto metatelevisivo, autorreferencial con el propio medio, con el propio lenguaje audiovisual, con la historia de la televisión en España engarza grácilmente con la historia también de España. Pero para contarnos qué.

Se podrán hacer cientos de lecturas, re-lecturas y reelaborar conclusiones una y otra vez. Aquí nos atrevemos a decir que El Ministerio del Tiempo nos habla de la soledad del Hombre. El ser humano errando por su historia en espiral. Una espiral por la que vaga y cambia de época para volver a la misma sin poder cambiar nada o cambiando sin saber lo que cambia. Un viaje donde por más misiones y puertas que atravieses te lleva al mismo punto: tú y tus circunstancias, que decía aquel.

Comenzamos la serie comprando el punto de vista de Julián, contemporáneo nuestro. Compartimos su aflicción y sus chascarrillos. Y según avanza la historia tanto el soldado Alonso como la sabionda de Amelia nos acaban atrapando. Nos atrapan sus incertidumbres, que también son las nuestras. Porque somos frágiles. La entereza de Amelia y su drama personal es, sin duda, una de las líneas más sólidas y profundas de la serie, siempre recordándonos la certeza de la muerte.

La serie intenta, dentro de esta fiesta audiovisual, mantener un equilibrio entre las tramas personales, las episódicas-autoconclusivas y las serializadas; también entre el tono dramático y el cómico. Quizá en algún capítulo, como el de "El monasterio del tiempo" de la segunda temporada, está a punto de quebrarse hacia la risión. Pero por encima de todo transpira un trabajo brutal en todos los aspectos. Vemos a gente disparar de verdad, heridos de verdad, gloria y muerte de verdad, entornos naturales aprovechados, postproducción que nos permite ver navíos, acueductos a medio hacer y mucho románico. 

No participamos de continuar la narración fuera del relato televisivo. Vemos el capítulo y lo demás no nos interesa. No somos muy dados al concepto transmedia, vaya. Pero sí si como transmedia incluimos la exposición en la Universidad Carlos III de Madrid, los making-of o el arrasador seguimiento en Twitter.  

En definitiva estamos ante algo más que una serie excelente, estamos ante un cambio de paradigma. 





martes, mayo 10, 2016

Una muerte improvisada

Volvemos por el blog. Ese espacio de escritura en el aire, volátil, corregible. Volvemos para hablar de literatura. No somos críticos literarios, ni tenemos toda la Historia del Arte a mano ni metida en la tocha. Somos lo que somos, pero leemos con gusto.

Dicho esto, anoche volteamos la última página de "Una muerte improvisada" (Juan Solo, 2015) editado por Cloverdale. De esos libros blanditos que da gusto manosear.

"Una muerte improvisada" es, ante todo, una novela de las que atrapa. Podríamos decir, si atendemos a su contenido, que nos encontramos con una novela policíaca, costumbrista, negra y todo eso que sirve para clasificar y acotar y que normalmente limita pero ayuda a la hora de colocarla en una sección de la librería u otra.

No queremos clasificarla. Mejor.

Es una historia muy bien contada, muy audiovisual, con un personaje muy de western, perfiles psicológicos bien trazados, emoción. Con un montaje paralelo, que patentó para el cine D. W. Griffith y que, como en aquellos films, convierte el relato en una montaña rusa de tensión. 



Juan Solo se estrenó en esto de la novela con "El hombre sin brazos" (2013). Una historia también brillante que sin embargo sufría, como el reconocido guionista Carlos Molinero cuenta en sus seminarios sobre las historias a las que se enfrenta él mismo, en el medio. En todas las historias pasa algo en el medio. Sabemos cómo vamos a empezar y cómo queremos terminar (no siempre) pero "en medio" pasa algo y se sufre por ello. Juan resuelve muy bien ese sufrimiento pero al menos este que escribe lo notó al leerlo. 

En "Una muerte improvisada" la estructura narrativa es simplemente brutal. Leyendo "Una muerte improvisada" se recuerdan las primeras de Pérez Reverte igual que con "El hombre sin brazos" al embrujado detective de Eduardo Mendoza. Pero ante todo está mi estimado Juan Solo. Su voz camuflada en cada uno de los personajes, viviendo vidas que en parte son suyas y en parte de otros. Retratando, observando, jugando con las palabras, con ganas de escribir bien. 

Y de entre todas las voces de "Una muerte improvisada" nos obliga casi a quedarnos con una, de la que aprendemos a vivir y a emocionarnos. Al menos anoche, a las 5:00, tuvimos que pasarnos el dedo por la pestaña inferior y recoger alguna lágrima, por lo vivido junto a sus páginas y por lo que se termina. 

"Through the desert of truth"








viernes, febrero 12, 2016

El Cómico en el Punto de Mira

Subirse a un escenario no es fácil, aparecer en una pantalla de televisión tampoco, exponerse a la verborrea de las redes sociales, menos aún. Todo esto le pasa al cómico, que está siempre en el punto de mira. Esta semana se ha hecho visible que, además, al cómico le disparan.

La absurda acusación y tratamiento a los "títeres de Carmena" nos hace sentir miedo. El miedo como consecuencia del arma de los que no quieren ni oír hablar de la palabra humor, sátira, pastiche, parodia y todo lo que tenga que ver con esa primera línea que intentan siempre derribar los intolerantes. 

En esa primera línea están los dibujantes de Charlie Hebdo, los censurados y ya no vinculados de la revista El Jueves y también los famosos titiriteros. A esa primera línea se la dispara y luego viene todo lo demás.

Hay otro disparo para los cómicos, es el disparo que ejerce el éxito: Dani Rovira, cómico magnífico, chico genial, que cae bien a todo el mundo, que todo el mundo lo quiere en su escenario y ahora en su serie o película, militante de causas benéficas y que respira buen rollo por todos los poros, tampoco se libra de ese punto de mira. Y tanto disparo ha acabado con su buen ánimo. Y no es justo. 



No es justo porque los que vomitan su insidia, sin ningún tipo de pudor ni ironía o sarcasmo (algo de humor en la crítica ayuda a llevarla mejor) no saben lo que es estar ahí, en el punto de mira. Subirse a un escenario y convencer a la gente de que lo que vas a decir es interesante, que les va a dibujar una sonrisa y, en el mejor de los casos, les hará reír. Convencerles de que estás ahí para hacerles felices.

Hacer reír es muy difícil, si eres desconocido para el aforo que te espera sentado mientras come croquetas o mientras toma copas en la barra y cuchichea o grita directamente con su compadre de borrachera, más todavía. 

A veces tienes que actuar mientras tres o cuatro móviles están grabando todo lo que estás haciendo (es una batalla perdida). Te graban porque les gusta tu humor o para reírse de tu imagen descontextualizada fuera de esa experiencia que es el espectáculo en directo, nunca lo sabremos. 

A veces, tras luchar con unas condiciones adversas, notas además la indiferencia de los responsables del local, que recuerdan cómo aquel otro cómico lo petó, sin recordar que ese día estaba lleno el local, el micro funcionaba bien o aquel cuñado suyo faltón estaba ingresado y no vino a dar por el culo. 

A veces haces tu show y los insultos vienen luego, como le ha pasado a Patricia Sornosa con un bloque que tiene sobre los "vapeadores". Que hay que reconocer que a todos nos ha hecho gracia verlos en algún momento. Intolerables insultadores no vengáis a shows de humor y volved al tabaco, de verdad, os hará mejores personas.

En el fondo lo que nos pasa es que nos gusta más reírnos de alguien que con alguien. Funciona mejor el "soy feo, soy gordo, soy gilipollas" y que el público lerdo, el feo, el gordo, el gilipollas se ría sin piedad de mí y no de mi comedia. Tampoco hay que ir de prepotente cruel y decirle al público que es imbécil. Pero invitar a pensar que todos lo somos en algún momento, entrar en el juego de que todos somos iguales y que venimos a reírnos de la propia condición humana no parece una mala proposición.

Cuando eso ocurre, cuando el público acepta la invitación, todo brilla, como brillan los Fernando Moraño, Pepa Fernández, Miguel Lago, Louis C. K., Juan Carlos Córdoba, Patricia Sornosa, Óscar Guillén, Esther Gimeno, Amy Schumer, Denny Horror, Sarah Silverman y muchísim@s más...


Esta noche volveremos a hacer lo que nos gusta y también al punto de mira. ¡Sed buenos!





La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...