lunes, noviembre 17, 2014

El Fin de la Comedia: Ignatius Nacho

Tras ver la primera temporada de El Fin de la Comedia (Comedy Central, 2014), creada por Ignatius Farray, Miguel Esteban y Raúl Navarro y sin haber leído nada sobre ello (honestidad ante todo), escribamos por aquí algunas reflexiones al respecto de este producto.



Reconocibles y reconocidos son los referentes de esta serie, a saber: Louie o ¿Qué fue de Jorge Sanz?La ficción, la narrativa, el audiovisual, es un campo ya visitado y no por ello de obligada y sorprendente visita. Esto de las referencias da para mucho, apuntemos también Woody Allen o el Nanni Moretti de Caro Diario(1993).




Comedy Central, antes Paramount Comedy, ha vuelto, como ya hizo con La Hora Chanante (Paramount Comedy, 2002-2006), entre otros, a apostar por la producción propia desde la libertad creativa de sus autores. Esto convierte el resultado en algo fresco, que no sabe de números y conveniencias programáticas (¡pobres guionistas realmente asfixiados por el obsesivo control de los que mandan!).



Hay en la serie una atmósfera malasañera, en el buen y en el mal sentido, con algunas situaciones e interpretaciones que se intuye sonoramente aplaudidas por el gafapastismo, esa cohorte vacua. Pero suficientemente bien resueltas y contenidas como para tomarlas como virtud.

En El Fin de la Comedia vemos a Ignatius que es Nacho que es Ignatius. Un personaje que vaga por lo que a veces se nos antoja un no-lugar: la ciudad a oscuras, la tienda silenciosa, la juguetería o el local de santería. Lugares donde nuestro personaje sobrevive sin identidad a base de reivindicarla.

Reivindicación que se hace más explosiva sobre el escenario del Picnic, donde Ignatius consigue su propia catarsis, esa de que tanto se habla es el teatro para el espectador. Nacho se encuentra a sí mismo encima de las tablas y deambula el resto del tiempo, defendiendo sus valores, que son arrollados sistemáticamente por todo el elenco de personajes borderline que se cruzan con él. Pero ni siquiera encima del escenario es capaz de defenderse, de autoproclamar su identidad. También ahí pierde la partida.

Así, Nacho, Ignatius, pasa por la vida desde esa bondad mal entendida por el resto, por los otros, a los que necesita para entenderse a sí mismo. Y en este viaje nos regala una suerte de situaciones cómicas brillantes, también en el aspecto formal.

El Fin de la Comedia, desde un profundo sentido del humor se nos manifiesta existencialista, y nos interpela desde las gafillas y el tono sosegado de Nacho, de este "loser": ¿es el fin de la comedia? ¿es la comedia el fin? De momento nos contentamos con revisitarla las veces que haga falta hasta que llegue la prometida segunda temporada. ("Si el dinero está bien").




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De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...