lunes, junio 25, 2007

Las picaduras

Cuentan que por el valle del Ebro y Alto no sé qué y Bajo no sé cuánto, se está dejando ver la mosca negra. Al parecer es una mosca que te mete un bocao que ni Massiel al quinto día en La Selva de los Famosos (que llaman Supervivientes pero para mí siempre será la Selva de los Famosos).


A mí no me ha picado, creo, la puta mosca, que bien podría llamarse también "cojonera", por aquello de tocarte los mismos con generosa dentellada, pero me ha picado algo: una araña o un mosquito tropical o algo raro.
Se me ha puesto la pantorilla que parece una teta de Ana Obregón en pleno de mes agosto: tensa y roja.

He ido a la farmacia de aquí cerquita y le he contado a la buena mujer que me ha estado supurando en la oficina y me he visto en la obligación moral y sanitaria de estrujarme "para sacarme el veneno". Me ha mirado como diciendo: "No hace falta que me lo enseñes". Y efectivamente se ha ido directamente a por una pomada, para que me den la misma.

Y es que siempre que nos sale un granito o nos pica un mosquito, nos da por "rash,rash,rash". El límite lo pone la sangre. Cuando "nos hacemos sangre" ya sabemos que tenemos que parar, que nos hemos pasado. La sangre es la clave.
Como para ir a urgencias. Si sale sangre uno va casi eufórico paseando su herida por los pasillos del sanatorio sin necesidad de poner cara de moribundo ni hacer como que te desmayas.

Y las madres, las novias y todo tipo de elementos maternales te dicen: "No te lo toques, no te lo toques". Pero en cuanto te descuidas te lo están tocando ellas.
Eso sí, no te hacen sangre como te la haces tú, tienen más cuidado.

Como el mosquito, la puta araña o lo que sea que me ha picado. Que viene a por su ración con cuidado y se larga. Tú te lo imaginas con conciencia, con inteligencia e intentas tenderle una trampa, adivinar sus movimientos. Y cuando ya lo tienes a tiro, te da pena machacarlo contra la pared. No por el mosquito, sino por la mancha.

Quizá ponga uno de esos aparatos que hay en las heladerías y hacen de la degustación de unas nueces con nata un espectáculo acústico sin igual. (Nunca se me ocurre, en estos sitios, pedir nada de picar).

domingo, junio 17, 2007

Estar loco

El otro día, paseando por la calle, me di cuenta la cantidad de gente que veía que me daba repelús, que no me cuadraba o que me daba miedo.

Había indigentes, subnormales, “notas”. Otros trajeados con muy malas trazas, amas de casa de mirada torva, negritos hartos de todo que deambulaban a la caza de no se sabe qué.
Gente que andaba deprisa porque llegaba tarde. Gente que andaba despacio, seguramente por gusto o porque no pueden ir más rápido.

También veía hastiados dependientes asomados desde la puerta de sus respectivas tiendas en inútil intento de escapar del entorno cutre donde trabajan.

Vi de todo, aunque lo que más me sobrecogió, como siempre, es ver al loco que va hablando solo (sí, me cercioré que no hablaba por un minúsculo manos libres) al personaje que sólo él ve y con el que discute. Da la impresión que ajusta cuentas con alguien con quien no pudo ajustarlas realmente, quizá la persona culpable de su actual situación.

Pensé entonces lo fácil que es volverse loco. A lo largo de la vida se suceden demasiados eventos contra la salud mental: Alguien se queda sin madre demasiado pronto; otro tiene un accidente que le deja en una silla de ruedas; otros sufren acoso escolar; mujeres maltratadas; jefes déspotas; policías extralimitándose; alguien que te quita las pelas porque sí; o alguien que te pega porque le miras.

No duermes las horas que debes, ni siquiera las que puedes. El estrés laboral te acosa. Tú te acosas a ti mismo. El sentido de la responsabilidad, del deber.

Otras veces sufres negligencias: médicas, administrativas, sentimentales. Y sufres las consecuencias.

Más cosas: De pronto te diagnostican algo raro, chungo o desconcertante. Te joden la vida. La puta naturaleza te pone todo cuesta arriba.

Otras, metes el dinero en un sitio para ganarte unos duros, aunque sean a cuatro pesetas y te mangan la pasta. O bien porque la cosa no es lo que parece o porque te cierran el chiringuito o porque tu producto financiero no está dando los resultados que se esperaban.

Haces listas interminables de cosas por hacer, nunca te sientes que cumples objetivos, aplazas lo importante y realizas lo trivial. Mueres por el camino sin darte cuenta. Te comprometes a ayudar aquí o allá, a echar una mano. Y para cuando te miras al espejo ya no tienes manos.

Entonces, cuando pasa cualquier cosa de estas o todas o varias, volverse loco es lo más sano que te ha podido pasar. Ya puedes hablar solo por la calle y pelearte con las sombras que quieras. Ya puedes olvidar tu nombre, linaje, categoría profesional y lazos sociales. Estás libre en tu locura de no entender más allá de lo que tu organismo te pida, libre y sintomáticamente. Estás loco, pero a salvo.


viernes, junio 15, 2007

Los viernes

A petición de numerosos lectores publico un "post" del mítico blog: "sergioysusproblemas". Post que he rebautizado con el título de "Los viernes". Se puede leer en este enlace o directamente aquí. Tan sólo me he permitido la licencia de añadir algún enlace o imagen. Esto es:
"Madrugar

Hoy viernes, como tenemos jornada intensiva, entramos a las 8:00 AM. Efectivamente, una hora antes.
Así que, efectivamente, toca madrugar más, y se nota.
Todos hemos venido con cara de sueño, sin ningún glamour, descompuestos, con las marcas de las sábanas en la cara.
El intervalo de tiempo que pasa entre que saltamos de la cama y salimos por la puerta, puede ser, de media, de unos 15 minutos.
Bea ha dicho en el café matinal que se ha despertado en la fase REM. Yo creo que todos estábamos aún en esa fase. Efectivamente.
Algunos se ve claramente que su aseo de hoy ha consistido en frotarse los ojos con las manos para eliminar restos de lágrimas coaguladas.
Se puede observar el desfile de ropas usadas durante la semana y peinados en los que se adivina la batalla campal que hemos tenido con la almohada. Efectivamente, y esa grasilla en el pelo…

Los ojos hinchados, los ojos rojos, entreabiertos, perdidos. Los compañeros no se han afeitado y a las damas se les ha olvidado el pintalabios y la crema nivea. Efectivamente: todos estamos pálidos, menos Parker, que siempre está rojo, muy a su pesar.

Además, el viernes es el día del “casual wear”, con lo que se democratiza la indumentaria, y, efectivamente: jefes, menos jefes, subjefes y yo aparecemos igual de cutres y vulgares que el resto de compañeritos. Vamos más juveniles y por tanto, más horteras y ridículos.
¡Hum, efectivamente!, va a dar gusto bajar a desayunar con ellos.

Ayer salí a tomar algo así que la mañana se hace dura. Pero aunque caigas en el desánimo no necesitas el aliento de nadie, aunque alguno se empeñe en volcarlo sobre ti.
Se adivina perfectamente quién estuvo de copas.Yo he intentado guardar las distancias, pero somos muchos para el desayuno y hay que apretarse.

Estoy pasando la mañana pensando en la siesta que me echaré y en las cosas que vamos a hacer este fin de semana. Porque de este, no pasa. Efectivamente.
Al final, sin saber cómo, se pasarán los días con un balance absurdo y pobre:
Iré al Gino’s y veré en el Kinnepolis, rodeado de “nengs”, la de Underworld Evolution, pronunciando la “t”, “¡evolution, tío!”. ¡Qué gentuza!

Por cierto, hablando de gentuza: Hoy me traen el sillón, por fin, que me la han liado estos putos transportistas. Efectivamente, ayer quedamos a la hora de la comida para la entrega y ni apareció ni nos avisaron. Y hoy me dicen que ya están allí y que, o vamos para allá o lo dejan en la calle. Hay días que echo de menos la pistola que me ofreció mi amigo de Aravaca. Efectivamente.

A ver si voy acabando los informes, que Truman ya me está tocando las narices con tantos aires de suficiencia. Menos mal que el lunes voy para la oficina y lo pierdo de vista un rato. A ver si aprovecho para hacerme un hueco por allí porque aquí: No hay futuro. Efectivamente. Lo único, el paddel. Bueno, y el culo de aquélla, que además, hoy he descubierto que de piernas anda pero que muy bien. Efectivamente."

Efectivamente...


miércoles, junio 13, 2007

Desayuno japonés


Estaba yo con mi tradicional desayuno; me aferro a mi infancia a través del Nesquik. Ya sé que es mejor tomar "confles" o una pieza de fruta (antes se llamaba fruta, simplemente) o leche de soja (que no sé cómo hemos salido adelante tantas generaciones sin la puta soja), pero a mí no me saca nadie del Nesquik con galletas.

Pues estaba yo en ello mientras hacía zapping. Hacer zappping y masticar son dos acciones que suelen entrar en resonancia, de tal forma que uno mastica al ritmo que "zapea" o "zapea" al ritmo que mastica. El caso es que me paré, espantado de las noticias tan feas que echaban en todos los canales (sólo me divierte el periodista de bigotito que habla de deportes en "La Primera" de TVE, que no sé cómo se las apaña para salir tan impecable y tan risueño a esas horas: malas tanto si madrugas como si trasnochas. (Voy a cerrar los paréntesis ya)), en los dibujos animados de Cuatro. Bola de Dragón.


Yo siempre he sido más de "Alfred J. Kwak". Mi hermana lo ponía a todas horas mientras yo intentaba estudiar. Porque uno no sabe el invento tan espantoso que es un vídeo hasta que su hermana pequeña se graba los capítulos de una serie de dibujos, por ejemplo, y los ve unas dieciocho mil millones de veces al día sin parar; sin parpadear; sin respirar. Tan sólo se hace una pausa para grabar otros capítulos. Mientras se graba ese capítulo se puede, obviamente, ver.

Tú puedes ver una peli que te gusta muchísimo unas 10 veces en cinco años. Tu sobrina puede aprenderse todos los diálogos, escenas y movimientos protagonizados por todos los personajes de "Madagascar" en una semana. Otro invento cojonudo, el reproductor de DVD.

Pero el caso es que estaban echando Bola de Dragón.
Salía un viejito japonés, parecido a un campesino pero con un caparazón de tortuga a la espalda y creo que le llamaban "Duende Tortuga" (no voy a documentarme para averiguarlo, así queda más como lo viví esta mañana. Más paréntesis, lo sé).

El viejo hablaba con una chica de estas japonesas de los dibus que tienen los ojos supergrandes y la nariz es apenas un trazo de nada. La "japo" le dijo que quería que le diera un colgante que tenía el "Duende Tortuga" al cuello. Y el viejo le dijo que se lo daba si...,y aquí viene lo bueno, "le regalaba sus bragas".

A partir de ahí no sé muy bien lo que ha pasado porque se me ha pasado algo de galleta hacia las fosas nasales y me he puesto a carraspear. Pero la chica al final le ha dicho que sí, que se las daba. Al parecer el viejo fetichista llevaba la "Bola de Dragón" famosa colgada del cuello.

Siempre pensé que estos dibujos eran excesivamente violentos (había peleas que duraban capítulos enteros donde no paraban de darse de hostias) pero nunca había visto una escena parecida: O sea, un viejo le pide a una chica sus bragas a cambio de un colgante. Me recuerda al chiste de "¡Mamá, el frutero me ha dicho que si se la tocaba me regalaba estos pendientes!".

Y es que los japoneses son muy suyos para estas cosas. De unos años a esta parte, el "Manga Erótico" hace furor. Es como si saliera Benji y Oliver con un rabo descomunal jugando a los médicos con Candy (la de Candy, Candy). Ya no interesa si el partido lo gana Oliver él solito de una macrojugada ralentizada hasta agotar el límite de la expectación, o que alguien tenga novio o no, la cosa ya se pone dura.

Así que hoy, tras mi infantil desayuno y mi "heavy" propuesta televisiva, he salido a comerme el mundo ofreciendo al mejor postor mis calzoncillos por un "tazo" de "Doraemon".


domingo, junio 10, 2007

El talento y la presión

No hay nada que vaya más en contra del talento que la presión. Bueno, seguro que hay algo más, siempre lo hay. Pero aquí y ahora, esa es mi oración de partida.

Hay gentecilla que se empeña en estar encima de uno para que salga adelante el trabajo. Incluso se toma la libertad de entrometerse en el mismo asumiendo en parte las tareas que no le incumben sino al sufrido presionado. Esta gente, gentecilla, pobres personas de pobre vida y pobre mente, son partidarios del ensayo-error como método de trabajo e intentan encontrar la salida como las moscas intentan salir del salón de mi casa: Van dándose de hostias por el cristal hasta que ya no hay cristal y salen afuera.

Buen método para la mosca, que imagino no tiene otro, pero mal método para un ser medianamente humano capaz de hacer que los aviones vuelen, se curen enfermedades incurables y se genere algo tan revelador como la wikipedia. Sí, mal método. Porque el ser humano tiene talento. Y al talento hay que dejarlo en paz.

Por ello, antes de llegar a la conclusión de que "todo está mal" o "todo hay que volver a hacerlo", el talento nos puede conducir hacia esa mágica tecla o ese pequeño cambio de configuración que nos lleva al éxito. Se trata pues de pensar (si alguien estresado tiene tiempo para ello) y elegir la solución y dejar los cabezazos en el cristal para cuando el Aleti se quede fuera de la UEFA.

Está claro que no todo puede ser talento. Hace falta disciplina (en el buen sentido de la palabra), orden, rigor (¿tienen buen sentido?)...porque si no, se puede emplear todo el talento del mundo y todo el tiempo del mundo y nunca acabaremos nada. Que se lo pregunten a Orson Welles que, cuando se puso a hacer la película que le dio la gana, acabó inacabada.

Pero no importa, incluso esa obra inacabada vale más que todas las pelis sacadas de una cadena de montaje "jolibudiense".

Por tanto, yo dejo la presión para la ducha y los baños termales y me visto todas las mañanas con el mejor de mis talentos. Y si las cosas salen así, mejor; y si no: que no salgan, coño, que no salgan.

¡Feliz Semana!

martes, junio 05, 2007

La intransigencia

Son de las situaciones más incómodas las vertebradas a lo largo de la intransigencia.
Estamos en un punto determinado de una situación determinada. Tú apuntas en una dirección, expones, piensas, meditas y compones una posible solución, una mirada hacia delante. Pero alguien se pone en tu camino y aplica la intransigencia como único argumento a todo.

Ante una evidencia no cabe dar más vueltas pero el intransigente no para de cerrar puertas, ventanas y hasta gateras para que sufras en tu acorralamiento.

Yo siempre he sido partidario de dejar una puerta abierta, siempre la hay. Aunque sólo sea para invitar a alguien que nos es desagradable a que abandone el lugar. Por tanto, no entiendo la obstinación que hay detrás, delante o al lado del intransigente.

Qué motivos le llevan a tal comportamiento que no conduce más que a tensar una cuerda que puede romperse y retornar directamente hacia su nariz.

Qué tipo de condicionamiento le puede llevar a alguien a tener la sartén por el mango y aún así darle la vuelta para que caigan los trozos de carne directamente a las brasas. Qué tipo de alta cocina o escuela bulliesca puede defender un plato así.

Hasta la persona más tonta del mundo; más plasta; más jodida; merece una salida. Todos necesitamos una salida. La intransigente también. Yo se la daré, llegado el caso.


La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...