lunes, julio 30, 2007

Una noche de verano

La calle arde, la piel también. Estamos a no sé cuántos grados, nadie lo sabe. Si nos fiamos de la pantallica con reloj incorporado, vamos listos. Es lo más parecido a los relojes con calculadora que tenían los niños con más posibles en mis tiempos de colegio: Quedan muy chulos pero son una mierda.

Nadando es este calor avanzamos, paseamos y charlamos. De pronto, cerca, unos vigilantes del metro, ese que quita vagones y horarios en verano para que el personal que se queda en la capital siga igual de jodido que en invierno, reducen a un joven de aspecto y lengua bereber. El vigilante joven (hay otro viejo) tiene una pinta terrible, de esos que no quieres encontrártelo ni en la cola de Shrek Tercero, por muy meloso que se ponga el chaval con su bidón de palomitas. El sospechoso grita cosas desde el suelo. El vigilante terrible bloquea los movimientos de éste con rodilla en pecho y la mano que le queda libre. La otra la utiliza para amenazar con la porra. Dichosa porra que sólo provoca dolor y miedo.

Tan cerca como el vigilante de su reo, dos personas contemplan la jugada. Da la impresión de haber sido ellos víctima de algún robo por parte del que está ahora en posición horizontal. Puede ser, pero algo dentro de mí me hace, irremediablemente, ponerme de parte del que está aplastado contra la acera. Quizá porque el vigilante no se limita a hacer su trabajo sino que deja que el odio fluya por sus maneras y ahí pierde toda legitimidad.

Seguimos andando, no nos vaya a joder la tarde la escenita y pasamos delante de un parque donde unos chavales aflojan testosterona a base de hostias mal dadas mientras las niñas jalean. Están jugando, no se hacen daño, pero me sigue poniendo el cuerpo revuelto.

Sigue haciendo un calor de cojones, ni siquiera el tramo por el campo reduce mi hipertermia. En las terrazas las jarras heladas no llegan vivas a las mesas, adonde se postran chapoteando. Los helados no aguantan siquiera a quitarles el papel y hacer el guarro con el chocolate está más que justificado porque diez segundos más y el cambio de estado sólido-líquido da con el cucurucho en el suelo.


Otra vez el suelo. Parece que circulara lava bajo los adoquines. Los grillos dan saltos porque no se aguantan ni a ellos mismos y las parejas mayores hacen el paseo diario al trote, deseando llegar a casa y echarse un trago de agua y ponerse fresquitos.
Algunas mujeres, pertenecientes al "new-maru", salen a echarse un cigarro con una batita sudada y manida y el pelo más revuelto que las neuronas de Pocholo. No sé si se rascan el papo con la mano que les queda libre, pero es lo único que les queda por hacer para que la platea se rinda a sus chanclas.

Se está haciendo tarde y hay que madrugar. El calor me dejará dormir y soñar en otra noche de verano...¡de vacaciones por favor!

lunes, julio 23, 2007

Ir de boda

No es que quiera emular a mi gran amigo David y contar aquí un monólogo sobre "Las Bodas". Tampoco copiaría ninguno suyo (la cantidad de búsquedas de google que dan con mi página poniendo "monologo de" y lo que sea). Anda la gente muy plagiadora y muy escasita de imaginación. Pero necesito un poco de terapia post-boda.

1800 kilómetros en menos de 24 horas (sí, podía haberme ido en avión, lo sé, pero me hubiera perdido a la Sra. de Truman conducir al estilo Pulp Fiction: Reflexionando en voz alta sobre los putos peajes catalanes) han avejentado mi cuerpo unos cuatro años. Digamos que lo justo para no poder pensar en ir a las próximas olimpiadas: La flexibilidad la perdí hace tiempo, el fondo encontró una "n" hace también varios años y la capacidad de reacción no se activa ni cuando se me caen 20 euros al suelo, pero después de este fin de semana he tocado fondo (otro tipo de fondo).


Todo comenzó unos días antes cuando decidí ir sin traje y decididamente fashion. Mi amigo Charly me enseñó unos pantalones rompedores y compré de inmediato. La prenda en sí quedaba pelín justa por la parte abdominal pero quedaba una semana para el evento, suficiente para que aquellos "jeans" (es que ahora soy pijo) me quedaran mejor que a Chiquito una camisa estampada.



Sin embargo la semana ha sido tan ajetreada como las anteriores y he sucumbido a la gula del que llega tarde a casa y abre la nevera antes de cenar y he preferido cerveza hasta para lavarme los dientes. Esto unido a que lavé los vaqueros 100% algodón hizo que, llegado el momento, necesité, no sólo contener la respiración mientras intentaba abrochar el último botón, sino, una vez abrochado, sacar hacia fuera todo lo que debería haber quemado la esperanzadora y ahora frustrante semana anterior. Todo esto delante del espejo de la habitación del hotel (una imagen vale más que mil palabras, está claro. Además, yo no tenía palabras y posibilidad de expresarme más que con los ojos).

No obstante, ya tenía decidido ir con una camisa por fuera con lo que el problema parecía solucionado. Pero aquello apretaba de verdad.
Poco a poco me fui haciendo a ello y empecé a notar alivio. Mi pantalón y yo comenzábamos a entendernos.

Y llegó el momento de ir a la iglesia. Me tocó conducir, pues era el único que no llevaba tacón. Siempre he pensado porqué perdemos el tiempo planchando la ropa cuando tenemos que desplazarnos luego en coche: Sudas, arrugas todo y encima corres el riesgo de que alguna costura pierda su identidad al intentar bajar del vehículo.

No ocurrió, porque actué con cuidado y porque los pantalones son muy buenos, yo diría que son de "Petregá" por lo menos.

De nuevo de pie esperando a que llegara la novia volvía a ser el Beckham que mi imaginación había generado la noche anterior mientras daba vueltas en la cama pensando que-tenía-que-madrugar-al-día-siguiente-y-coger-el-coche-y-no-
podía-dormirme-y-efectivamente-eso-era-lo-que-estaba-haciendo.

La novia de blanco; el novio también; boda más bautizo: Una boda de estas modernas que se llevan tanto ahora donde el hijo lleva los anillos, las arras o los mocos colgando, según edad, disposición o falta de abrigo.

En la iglesia nos tuvimos que levantar y sentar unas pocas veces, pocas la verdad. Esta vez me dio por reír poco para lo que acostumbro, que es vergonzoso. Tan sólo un pequeño amago que disimulé echando fotos al suelo y al banco. Como parte de la ceremonia un señor con buena voz cantó el "Ave María" de no sé quién y otra más de esas bonitas que se oyen muy bien en las iglesias, por la acústica y eso, que dicen los entendidos.
El colega podría haber cantado perfectamente la de Bisbal y nadie se hubiera extrañado: Tenía ricitos y marcha. Aunque por otro lado un toque ochentero eurovisivo (bueno, Bisbal también).

En fin, superada la minicrisis y acabada la ceremonia, fotos y más fotos y luego más fotos. Arroz y pétalos a los novios y luego fotos y más fotos. Y videos y más videos.
Y fotos y más fotos. Y en todas yo metiendo barriga e inflando los carrillos (por aquello de aguantar la respiración). Así salgo, que parece que me he metido en la boca, de una tacada, todos los canapés de "fuá".

Para ir al banquete, todos en procesión: yo sigo al coche de este y este al de aquel y al este del Edén...Correcto, nos perdimos. Sólo quedaba rectificar e intentar encontrar el camino. Desde que hay móvil todo es fácil y pronto nos reagrupamos para hacer una entrada triunfal en el parking del restaurante. Ahora ya sólo quedaba saber quién había acertado con el culpable. En cada coche se había realizado una porra al respecto. Yo no acerté.

Y por fin una cerveza. LLevaba casi todo el día sin comer, por aquello de embutirme en mi nuevo look, así que la primera media hora de aperitivo fue brutal. La novia me decía: "Que no os integráis". Que yo pensé: "¿Pero tú me has visto la boca? ¡si parece que me van a sacar una foto!".

En fin, luego cada uno a su mesa a seguir comiendo y bebiendo mientras alguien hablaba. Yo de vez en cuando también, también cuando no llegaba al vino. Y luego la tarta, los regalos, y fotos y más fotos.
Y luego el baile (¿a qué no sabéis quién cantaba?: Sí, el Bisbi), las copas, y el baile...y fotos y más fotos, y videos y más videos. Yo hubiera hecho mi baile de Shakira tranquilamente, como en otras ocasiones. Esta vez me pareció que había tocado fondo y no estaba ni medio bonito hacerlo. Aparte que seguramente había engañado a muchos de los invitados que pensaban que Beckham estaba por allí.

Al día siguiente, tras luchar con los ruidos de las habitaciones contiguas, el aire demasiado frío (alto, decimos) y los del hotel que nos querían echar antes de hora (nuevos inquilinos maleta en mano incluídos), la vuelta. De nuevo por la cadena costeo catalana y llegar a casa justito para una ducha, picar en la nevera antes de cenar y tomarme una cerveza.

Lo que se dice "ir de boda".

domingo, julio 15, 2007

La credibilidad

Aprovechando que me he pasado por la página del Evento Blog España y apoyando su celebración en la edición de 2007 con el banner que he puesto por ahí, he leído el manifiesto final que se elaboró tras la conclusión del evento y a partir de las conclusiones generadas y las aportaciones del mundillo bloguero.
Se habla mucho de opinar, de libertad, de respeto. De que los blogs han cambiado la comunicación, la información. Está muy bien.

Sin embargo yo, cuando leo un blog, un periódico incluso un anuncio de pisos me es inevitable (imagino que a los demás también) valorar la credibilidad del informante.

Por eso, cuando Camacho sale en la tele, retotollúo como está, con su camisa blanca, paseando por la playa, y me ofrece irme a comprar un chalecito al lado del suyo me lo creo más, me apetece más, que cuando me lo ha ofrecido, cinco segundos antes, el director general: un joven calvito prematuramente y sin una gota de color en su piel.
Camacho vende, porque se piró del Madrid en cuanto Florentino Pérez le tocó los huevos, al menos eso dicen. Y antes, en su primera intentona, ni siquiera comenzó la temporada, por otra tocada similar (o eso dicen).


Yo, que soy mucho de arrebato (arrebatamiento, que diría Carlos Jesús, el de: “Al mundo vendrán, derentro de poco, terece millone de nave…”), le escucho y sus palabras me merecen credibilidad.
Y me equivoco, porque está haciendo un anuncio publicitario y ni él mismo sabe si los chalets los derribarán dentro de 3 años o si el sistema de aguas horizontales está hecho una mierda, valga la redundancia.

Y es que cada uno asume como verdad aquello que más concuerda con lo que desea que sea verdad.

Por eso nos creemos rápidamente cuando dicen que tal famoso es gay o tal cantante cutre vive en un piso con una tortuga vestida de folclórica. Si nos cuadra, nos lo tragamos y asimilamos sin más.

Ni hablar ya si nos ponemos a valorar informaciones políticas: Siempre son corruptos los del otro bando (porque se empeñan en que haya dos bandos, los muy jodíos), y siempre son "guays" los del nuestro.

Si me regalan una revista bien encuadernada y con papel del bueno y en ella pone que Scarlett Johansson es un tío, seguramente me lo creeré más que si me lo dice un fanzine que regalen en el metro. Aunque realmente, qué más da.



Así es la credibilidad, está sustentada por la imagen. Por eso admiro al que agudiza la vista y despeja la oreja y es capaz de ver un insensato en un tipo agradable, serio y cordial y un artista extravagante en un jubilado de jersey de pico.
Al que sabe interpretar un "tranquilo, no hay prisa", un "me pareces un tío de puta madre" o un "está muy-muy-muy bien".
Al que sabe atrevesar el iris y llegar incluso más allá del miocardio y al que sabe guiarse por el olor de la honestidad y en definitiva de todo lo que puede inspirar belleza.

Y admiro a la gente que también me ve a mí. Que como dice aquel: “No es lo que tengo, es lo que soy…”.

Yo voy a Evento Blog España

domingo, julio 08, 2007

Las cosas del poder

Basta sólo con rozar el poder para quedar impregnado de un toque siniestro.

Siempre he preferido estar más cerca de Freddy Mercury que de Robert Smith, aparte que me da pereza prevaricar, intrigar o extorsionar, cosas todas ellas muy propias del poder.

Por eso ando todo el día irritado con cualquier abuso de poder. Cuando es irremediable: Tenerlo lleva consigo abusar de él.

El otro día salió la nueva alcadesa de Leganés, Guadalupe Bragado, haciendo de alcaldesa torpe por inexperta y por lo poco puesta en situación que estaba. En las elecciones pasadas sacó su partido más concejales que el resto pero no mayoría absoluta, con lo que el sempiterno pacto PSOE-IU parecía que gobernaría otros añitos más por tierras leganenses.

Pero parece que no hubo acuerdo y la chica se vio de alcaldesa, muy ilusionada ella.
Enseguida la maquinaria de cada partido se puso en marcha para ver qué había pasado (¿no hubiera sido mejor antes?). Llegué a oir que a los concejales de IU los iban a echar del partido.

En fin. Ahora parece que ya están de acuerdo y en breve se producirá una moción de censura (¿por lo mal que lo ha hecho "La Lupe"?) y recuperarán el poder momentáneamente perdido.
Me imagino que habrán estudiado sus programas electorales y habrán llegado a un acuerdo sobre qué necesita más el pueblo de Leganés, qué es más urgente, cómo gestionar tal o cuál cosa. Me imagino también que esto lo podían haber estudiado antes. Me imagino.
"Imagine there's no heaven", que diría aquel.

Esto parece como si uno se encuentra un billete de 50 euros en la calle y vienen dos a decirte que es suyo. Y te lo quitan porque son más. Sí, sí, me suena a eso. A abuso de poder.

Esto de los votos; la suma de concejales y demás historias; el tema de la democracia; está muy bien, pero esconde muchas flaquezas, muchas bajezas.

Nos quejamos, con razón, del carácter hereditario del puesto de Rey sin darnos cuenta que muchos puestos de concejales también se heredan o se obtienen por oscuras lealtades. Tan sólo basta maquillar la operación a base de urna de metacrilato y ya tenemos legitimidad para repartirnos el pastel presupuestario.

No todos son así. Por supuesto. Y estos sufren lo que no está escrito ante atropellos de este corte.

Escuché que una encuesta revelaba que el 70% de la población estaba en contra de la moción de censura que se va a producir. Pero eso da igual. Primero, porque las encuestas las tenemos encuenta cuando nos interesa. Segundo, porque ya no pintamos nada, ya nos expresamos mediante el voto.

Ante estas situaciones siempre se oye decir: "Tú en su lugar también lo harías".
Esa frase me jode, me irrita y me pone la vena del cuello como me la ha visto mi responsable cuando me ha tocado las pelotas. He contado cuatro "disculpa...".
Y es que en cuanto tenemos algo de poder se nos va la olla.

El próximo día le pediré muy educadamente y con un lenguaje pedagógico y natural que cuando quiera demostrar lo bien que reconduce las situaciones de crisis lo haga a base de sexo explícito y complaciente con su homólogo cliente (a ser posible en otro despacho).
Esto viene a ser siempre una buena solución. Es como cuando tardan en traerte el primer plato y te traen mientras un plato de aceitunas: No resuelve tu problema estomacal pero aplaca tu ansiedad. Eso sí, para que te traigan antes el plato, nunca debe venir el encargado a tocarle las pelotas al camarero. Ese abuso de poder se puede volver en tu contra y por ejemplo el cliente decidir no venir más a ese restaurante. Igual que no es solución echar a una alcaldesa para recuperar un poder que a día de hoy está más enporcado que nunca.

Son las cosas de la vida, son las cosas del poder.




Caricaturas obtenidas desde la página del artistazo Vizcarra

martes, julio 03, 2007

El bar del Nabo

Igual que un futbolista cuando se retira acaba de entrenador o de comentarista de fútbol, un "rolling stone" que se precie, si no se ha quedado por el camino, acaba de camello o pone un bar. O ambas cosas.

Pero no parece un bar. Es como la casa de un "jipi" que hace tiempo dejó de preocuparse, si lo hizo alguna vez, por tenerla como Dios manda.
Las paredes repletas de collages hechos por el dueño o por cualquier persona que se haya cruzado en su vida.
Se mezclan cuadros, láminas, pósters, frescos. Escenas de rock&roll, Monet, Goya, y cosas que le regalan. Postales, retratos hechos con rötring y fotos.
De fondo suena la música: cualquier cosa parecida a lo que nuestro amigo esquizofrénico comenta con frenesí y voz engolada como auténtico "ruaquenruol". A veces, si no puede cambiar de disco, pone la radio y ahí ya sale lo que sea. Incluso las noticias de las once.

Y pájaros, muchos pájaros, periquitos haciéndose carantoñas (no soportan la soledad) y cds de Mikel Erentxun y cosillas pop colgando del techo, para ahuyentar a los pájaros foráneos.
Rara contradicción. Porque yo, como pájaro foráneo que soy, no me deslumbro con los discos plateados y me siento. Y me siento como en casa. Taburete, vaso ancho y conversación.

Miguel, el Nabo, observa desde la barra; a veces se mete en la charla. Es uno más. Tiene una forma peculiar de servir las copas: Va echando el refresco despacio hasta dejarlo sin oxígeno. Pero da igual.

El Nabo lleva el bar solo y sale mucho afuera, donde tiene instalada una especie de terraza en la acera pequeña; unos asientos con posavasos. El botellón ha hecho mucho daño a las cajas de los bares, pero Miguel ha sabido adaptarse a los tiempos y él mismo vende para el botellón : hielo, refrescos o alcohol. Lo que haga falta, en la trastienda de su local.

Hay normas, pero no están escritas, ni nadie las hace ver. Por allí se cruzan el abuelete con el gachón, la niñata con el cuarentón.

...Y la música sigue sonando y miro a nuestro barman particular: ojos grandes y vidriosos y sonrisa puesta. Parece feliz apoyado en la barra, como un niño chico que mira cómo le bajan de una estantería el peluche que deseaba.
Su bar siempre parece abierto y siempre estar en verano. Es el bar de Miguel, el bar del Nabo.

La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...