domingo, enero 31, 2010

El año de la crisis: El Informe Truman

Un mes ya en este nuevo año se me antoja suficiente para mirar de reojo al extinto 2009. El año de la crisis. Esa que seguiremos gozando durante este año ante la inoperancia del emperador. Cada vez somos más los niños que sabemos que el sistema está desnudo; que el traje es una farsa, construida a base de billetes, maletines y muy mala uva.

Parece que Haití nos ha devuelto parte de la Humanidad perdida, la solidaridad congénita que nos hace, por fin, ver que un atasco en la M40 es una nimiedad: absurdo y tonto cabreo cuando se nos cuela el vejete que lleva al nieto al cole.

Al negro del año ya se lo quieren cepillar. Está claro que vivimos en un mundo militarizado. Que no se hace nada sin que el general de turno o un Dr. Strangelove cualquiera dé su visto bueno. Eso lo aprende muy rápido cualquiera que llega al poder, del tipo que sea.

El señor de los empresarios nos ha dejado bien clarito, por si alguien aún no lo sabía, que estos magnates de puta mierda están aquí para jugar al Monopoly. Que la sensibilidad la perdieron el día que probaron el cuarto oscuro en demasía. Porque todo lo tienen que hacer a oscuras, eso está clarísimo.



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Acabo de regresar de vomitar.

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Sin embargo, el día a día es más bonito con la tele apagada, la que busca sucesos hasta debajo de las piedras, tentada a hacer lo que aquel "comunicador" brasileño, ¿o ya lo hace?

Si sales a pasear y te da el sol uno vuelve al origen de todo y querría encontrarse a Punset en una silla de mimbre para poder conversar con él (aunque sea en inglés y con su doblaje simultáneo). Para esto sí que sirve la tele. Y para ver a Berto de Avatar también. Humor, conocimiento y bondad. No estaría mal.


Si te pones una buena canción y te abstraes, tres cuartos de lo mismo. Liberación. Algunos se tendrán que conformar con su propio tarareo. Sin saber que ese tarareo es su salvación.

Este año Truman ha aprendido mucho de los pequeños, pequeñísimos y de los grandes, muy grandes. También mucho de los mayores, muy mayores. Quizá son masajes evolutivos que uno se tiene que aplicar sí o sí, sin ambages (qué ganas de usar la puta palabrita, qué pesaditos en las clases de Lengua con la puta palabrita).

Truman ha ensanchado su espectro auditivo. Y su comunicación audiovisual ha dado un paso de gigante, aunque siempre preferirá huir de Goliath y coger las patatas con las manos que comprar preparados de sobre.

Truman hace informe del año sin ninguna intención abarcadora. Ni afán recopilatorio. Suelta lo que le sale y ya está. Echa la vista atrás, diez años antes, para recuperar sonrisas guardadas en jpg o papel y la pone delante para vivirlas de nuevo.

Truman hace balance del año sabiendo que el balance no hay que hacerlo. La Tierra no tuvo más cojones que girar y al hombre le dio por organizar su vida en forma de almanaque. Pero ya está. Tener el presente de salvapantallas, memoria de pez y arrancados los retrovisores es el mejor modo de navegar.

Y darse la vuelta sólo para encontrarse con quien siempre ha querido encontrarse. Beber agua y dormir.



El micro ya está abierto


La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...