viernes, marzo 28, 2008

Cuentos de Heavy Rock


Lleva ya unos cuantos "post" funcionando.
"Cuentos de Heavy Rock" es un blog que, como su nombre indica, va de heavy metal, hard rock y lo que se tercie. Por cierto: "Ponme dos tercios"...


...Ahora mejor.


Frente a otros blogs y portales temáticos, éste se nos revela caprichoso y alternativo: Su intención no es abarcar toda la información de todos los grupos que sacan disco o no, de todos los bolos, de todos los festivales y de ahí lo caprichoso de la elección de un tema u otro.
Por otro lado, la visión reflejada no está mediatizada por ningún acto promocional, nómina o interés como parte interesada, de ahí lo alternativo.

"Cuentos de Heavy Rock" nos trae información de primera mano de festivales, grupos y discos. De primera mano porque: o bien se bebe de fuentes muy, muy directas o bien se parte del "aquí estuve yo" para realizar una crónica subjetiva y sincera de lo visto, oído y sentido. No necesariamente de eventos muy destacados o apoyados por los "mass media", lo que le da más valor a las crónicas.

En fin. Aquí queda esta presentación.

!Larga vida a "Cuentos de Heavy Rock" !
y...
¡Viva el Rock! (a pesar del "Rock in Rio Madrid").




martes, marzo 25, 2008

Cada uno a su bola

Ya casi se me olvida que entraba de vez en cuando por estos lugares(por estos lares). Debe ser que me he contagiado del resto de la humanidad(del resto de los mortales) y voy a mi bola. Más bien a mi puta bola; que es como parece ya inevitable expresarlo.

Debe ser parte de la psicosis que me invade de vez en cuando o siempre o cuando me doy cuenta lo sé pero está siempre ahí, pero el caso es que últimamente no me encuentro más que ejemplos de gente que va a su puta bola cuando debería prestarme un poquito más de atención o ser más majos o ser más tolerantes o ser más auxiliadores.

Pero no pasa nada, yo respiro hondo, imagino que les someto a un sutil y pertinaz "abofeteamiento" y luego me entrego a la pasión desbordada de ver cine, por ejemplo: "Un tranvía llamado Deseo" y así me reconforto al pertenecer a la dura realidad antes que a la muy puta ficción.

Un tranvía llamado Deseo

Llevo un rato pensando porqué le sonrío al frutero mientras me clava dos manzanas viejas o una mandarina pocha y pago encima con calderilla para que no se quede sin cambio.

Otro rato estuve pensando anoche porqué pido consejo a un conocido sobre un tema que me queda un tanto lejos y obtengo silencio(la callada por respuesta).

Por no hablar de los desconocidos con los que nos cruzamos y que cuando quieres pasar por el paso de cebra aceleran, cuando quieres hacer cola en el súper, cruzan el carro un segundo antes que tú y cuando vas circulando por zona urbana se paran a esperar a la novia sin pegar el coche a la derecha.

Y por no hablar de los que vemos por la tele: los políticos hablan de nombrar a aquel o a éste como el que habla de elegir entre filete de ternera o pollo asado en un menú de un restaurante cutre: carne mal hecha en cualquier caso. Y los medios de comunicación interrumpen su emisión para dar el dato, como si del "Carrusel deportivo" se tratase.

Y en el trabajo, a la hora de comer, te gustaría que sacaran un tema divertido, pero sólo repiten los comentarios del ECDT ("El Calvo De Telecinco") sobre la última carrera de coches o hablan sobre el gol que metieron "al Madrí".



Y luego, cuando vuelvo a casa, intento aparcar en un sitio pero un coche ocupa dos posibles plazas y me tengo que ir más lejos.

Y para rematar, por la noche, mi cerebro también va a su bola y se mete a realizar ejercicios mentales más propios de Bobby Fischer que de mi ilustre y limitada cabeza.

En fin, creo que necesito unas vacaciones, como casi todos, como siempre, a mi puta bola.



domingo, marzo 16, 2008

El partido de fútbol

Podría ponerme sentimental, como Antonio en esta entrada "Me gusta el fútbol", pero no me sale.

Hoy he ido a jugar mi partidito semanal de fútbol, fútbol-sala, tras una pequeña lesión en el tobillo, ningún entrenamiento en varios días (o semanas o meses) y una jornada anterior maratoniana de bares.

Eran las diez y media de la mañana, el sol se aseguraba de lesionarme la vista (a pesar de mis generosas pestañas y mis párpados de boxeador) y a la vez me recordaba que el principio de deshidratación no tenía nada que ver con el tiempo de exposición o la falta de líquidos prolongada, sino que se podía manifestar así, sin más.



Estaba sentado en el suelo, al lado de las bolsas de deporte, mientras mis compañeros jugaban ya la segunda parte, a veces mal a veces regular y esperaba mi turno para saltar de nuevo a la pista y por la pista, cuando, de pronto, he sufrido una crisis existencial.

-¿Qué cojones hago yo aquí?-he pensado casi en voz alta.
-El sol cascando, reventado con dos carreras que me he pegado, muerto de sueño...¿qué cojones hago yo aquí?

Me he visto a mí mismo desde un plano cenital, de esos que empiezan con una imagen del planeta y se van acercando rápidamente hasta quedarse a 20 metros del suelo. Ahí estaba yo, sudando sin merecerlo, la camiseta.

Me ha sacado de mi enajenación la voz traicionera y ronca del míster, que siempre te dice que salgas sin previo aviso, lo cual te hace parecer torpe y despistado cuando te incorporas al partido.
Ahí he tenido que bajar a la realidad e intentar hacer un papel digno, reservando fuerzas para no colapsarme.
-Sube-me dice nuestro delantero. Paradojas que tiene la vida. El chico se tira todo el partido corriendo de acá para allá, sin mucha cabeza pero con mucho corazón y cuando salgo yo, siempre me dice que suba mientras él se recupera en una posición menos extrema.

Y yo subo, despacito e intentando desentumecer mis olvidados músculos. Pero claro, a las cuatro o cinco zancadas ya no puedo más. Entonces intento jugar con picaresca y robar algún balón o devolver algún que otro pase. Desmarcarme (soy de los pocos que se desmarcan) o estorbar al portero en los córner.

En los escasos tres minutos que el entrenador me mantiene en el campo no dejo de escuchar al portero increpar a unos y a otros. No es que grite para mejorar nuestra posición ni para advertirnos que algún contrario está libre de marca sino que nos echa la charla, como si al final de cada frase quisiera añadir: "...¡inútiles!".
Lo hace continuamente, sin descanso, incluso cuando el adversario tira a puerta y mete gol. A mí me gustaría decirle que me encanta que nos grite pero que cuando vea que van a tirar a puerta se concentre un poquito, pero no se lo digo, porque no voy yo al fútbol a discutir ni a corregir comportamientos.

-Árbitro, cambio-grita el míster.
-Hágalo-dice el colegiado.
-Truman-y yo salgo del campo. Siempre que piden cambio sé que tengo muchas papeletas para ser yo, así que no me pilla desprevenido. Me pongo mi chaqueta para no enfriarme y me siento en el suelo.

Entonces veo cómo mis compis suben en una jugada de forma desordenada y luego pierden el balón y no bajan y el portero sigue con sus aspavientos y gritos y la jugada termina en gol. Y unos se echan en cara a otros el decepcionante final de su ataque.

Sigue el juego y empiezan las protestas al árbitro, más airadas según va llegando el final del partido. La frustración se apodera de nuestros jugadores que ven que el partido se les escapa.

-Truman-dice el míster. Y vuelvo a salir por uno que está con la cara roja y el jadeo propio del fumador empedernido. Difícil papel me toca. Perdemos de un gol y casi no queda tiempo. Empiezo mi tarea muy motivado, animando al resto con arengas y palmas:
-Vamos, que todavía se puede. ¡Vamos, vamos!

Su portero saca de puerta, arranco un sprint hacia el receptor de la bola que, nervioso y sorprendido, pierde ante la presión. El balón va a parar al pie de un compañero. Ése que casi nunca mira quién hay para pasar o hacer un amago de jugada y que en numerosas ocasiones acaba perdido en sus propios regates rodeado de contrarios en un rincón del terreno de juego. El chico no se lo piensa, chuta fuerte y mete gol.

Hemos salvado el partido. Yo me alegro más que nadie, pero nadie me felicita por mi labor. Sólo miran y jalean al goleador.

No se dan cuenta. Todos somos importantes y todos somos respetables. No es bueno ni conveniente para una convivencia sana que unos, creyéndose más importantes o duchos, menosprecien a otros que en otras disciplinas les superan o incluso que en aquellas en las que parecen estar en desventaja, lo están sólo por decoro, mera cortesía o accidentalidad.

Por eso, he resuelto que cuando madrugo y me casca el sol y estoy cansado o me dicen que "suba", lo hago pensando que todos tenemos un huequito en estos partidos de fútbol y sintiéndome feliz por haber caído en la cuenta. Aún sabiendo que los verdaderos protagonistas siempre serán los que meten goles y los que hablan de más.




lunes, marzo 10, 2008

Los héroes no votan

El fin de semana ha sido tirando a chungo. El exceso electoral, el exceso de análisis y el exceso de sonrisas ha podido conmigo.

Lo único que ha tirado un poco de mi castigado ánimo ha sido ver al Chikilicuatre ganar la selección a Eurovisión. Que si bien muchos tachan dicha victoria de barbaridad creo que será, entre otras cosas, porque no vieron/escucharon el resto de canciones finalistas.

Bueno, lo único, no. También me animaron la mañana, por mi mirada malsana, unos niños que hacían un espectáculo de estos que se montan para que los padres vean en qué se gastan el dinero y los niños se animen un poco a seguir. El motivo, ése explicado, el medio: un violín.
Daba pena ver a los chicos articular apenas 10 segundos de estridente melodía: más cercano al "trash metal" que a la música clásica (con todos mis respetos para el "trash metal"). Y a algunos de ellos adoptar pose de cortador de jamón, piernas separadas incluídas, como esperando que le tiraran desde el escenario algún cochino que aviar. Pobres...el violín es un instrumento muy difícil... Pobres...nuestros oídos no merecían aquella emboscada sonora.


Fin de semana, chungo, sí, a pesar de estos golpes de humor. Porque algo ha destrozado "mis problemas" y ha hecho imposible poner un dique a las puertas de este blog.

Ocurrió el viernes a las 13:30, cuando la vida de Isaías Carrasco me importaba una mierda, y ahora que la ha perdido, me importa toda, como si fuera la mía misma.

Especial rabia porque todos los muertos son iguales, pero le pese a quien le pese, no todos vivían con las mismas posibilidades.

No había chalet en urbanización de alta seguridad, ni coche blindado, ni posibilidad de cambiar de residencia así como así.
Había un pisito, en un barrio obrero, y unas perspectivas que muchos días no irían más allá del puesto de peaje.

Un tío así, no sólo no debería llevar escolta, es que no puede llevar escolta.
Un tío así, acaba hasta los huevos de esa forma de vida, porque no es la suya.
Y un tío así, que le echa dos docenas de cojones y pide que le quiten la protección, es un héroe.

Un héroe que deja por los suelos la imagen de los dos supercandidatos hablando gilipolleces en la tele y la de los cronistas que se fijan si uno lleva la chaqueta abrochada o esputa más.

Un héroe que pone también en evidencia a la gente que puede ver su asesinato como algo justo o normal y a los que permiten pintadas con puntos de mira dentro de sus empresas.

Un héroe que no vota, ni falta que hace. Porque esta mierda de país no se merece que gente como él llegue a este grado de sacrificio.

Esta es la realidad y lo demás: pura televisión.


domingo, marzo 02, 2008

los blogs muertos

Hace unos meses me contaba M4rt1n la idea de escribir sobre los "blogs muertos". Aquellos que se actualizan menos que los profesores de latín.
Luego encontré un post de Gustavo Montes comentando algo al respecto.
El caso es que parece que el amigo M4rt1n arrastró, como profeta 2.0, con plática y desbordamiento informativo a sus colegas: el mencionado Gustavo, José Antonio Francés o Antonio de la Torre a comenzar con esto de los blogs.
Yo también fui uno de los incautos que le hizo caso, apabullado por su entusiasmo.

La mayoría de estos blogs, incluído el del propio M4rt1n, corren ya cierto riesgo (por no ser yo quien certifique nada) de pertenecer a esa clase de "blogs muertos": blogs que hace tiempo que no se actualizan y que hacen que, independientemente del número de visitas que tengan, siembran la decepción en quienes nos asomamos a leer alguna inexistente buena nueva.

El hecho de mantener vivo un blog (cosa más complicada que el cuidado de un tamagotchi o el perrito de la Nintendo DS) implica cierta frecuencia de publicación y eso no siempre es posible: tanto por disponibilidad horaria como por disponibilidad creativa o informativa. O sea: no siempre se tiene tiempo o se tiene para todo menos para esto y no siempre se tiene algo que decir o se le ocurre a uno qué cojones escribir.


Algo así debió de ocurrirle al "Pianista". Pero él, antes de hacer pensar que había abandonado su blog a su suerte y quizá con la esperanza de evitar que le demandaran sus lectores más frecuencia en la publicación de entradas, publicó una de despedida y cierre.

El hecho de mantener vivo un blog no te hace ni más guapo ni más feliz. Tampoco más solitario ni más desocupado. Simplemente es una faceta más, una rama más que los que no podemos ver más, identificamos con el árbol. Esa es la trampa del blog muerto, que se nos puede suponer muertos.

Llegar a esa dramática conclusión en algunos casos puede ser cierta. ¿Cuántos blogs de gente ya fallecida andarán sin actualizar por la www? ¿cuántos familiares se preocuparon de clausurarlos entre tanto dolor?

Estas conjeturas, nada estimulantes por otra parte, me llevan a ir más allá. ¿Cuántas personas que conocimos en nuestra vida: en el colegio, en una fiesta loca, en una oficina compartiendo cafés; cuántas que fueron parejas y cómplices de nuestros deseos, que compartieron amaneceres, puestas de sol, risas; cuántas que un día dejaron de estar presentes en nuestra vida, habrán muerto sin tener nosotros noticia de ello?

Estremecedor. Creo que necesito pensar que nadie. Me daré un paseo por blogs actualizados. A ver si se me pasa.



La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...