viernes, diciembre 29, 2006

La Navidad II (Las Noches Buena y Vieja)

LLegan las supuestas cenas familiares, las noches de Navidad, la Buena y la Vieja, de las que de todo se ha dicho y donde volcamos todos nuestros traumas.(No se espere, por tanto, encontrar aquí nada nuevo).

Yo, por ejemplo, es oir un villancico y como cuando me ladra un perro, pego un bote de manera visceral.
Esos niños que parecen pasárselo tan bien cantando algo tan horrible rompe todos mis esquemas mentales o quizá los refuerza más.

La Nochebuena, dicen, hay que pasarla en familia o en compañía de tus seres queridos, que no siempre coincide, claro. Aunque a éstos siempre se les dice que "son como de la familia" que es como cuando llega un cayuco a Tenerife y le das una manta al africano de turno. Venga, que te "ajunto".

Hay gente que aprovecha las navidades para irse al pueblo. El que lo tenga, claro. El que no siempre se puede ir a ver belenes a la Plaza Mayor por aquello de que parezca más típico que salir por la urbanización mientras tu vecino se pasea con el chandal tuneado del Real Madrid.

Pero no nos engañemos. Las navidades en el pueblo no son como en los anuncios publicitarios.
Se supone que allí hay un par de abuelos, los tuyos, esperándote con cariño y haciendo toda clase de surtidas viandas que están recién hechas en el momento justo de aparecer tú. Se supone que en la casa hay chimenea y se está calentito. Y se supone además que en el pueblo hay nieve por los tejados.

Pues no. A veces no hay abuelos, no cocinan y en la casa hace el frío conocido como "efecto nevera" (hace más frío dentro que fuera) y, como dice mi tío: "Saca los botellines del frigorífico para que se enfríen".
En la calle no hay nieve, quizá alguna pequeña placa de hielo esperando a un incauto pisador.

En todas las casas, eso sí, suele haber una bandeja con todo tipo de dulces navideños: turrón, mazapán, polvorones, mantecados y las cosas esas blancas que muchos años después (parezco el niño de Cuéntame) descubrí se llaman "peladillas". Y que siempre pienso que son las mismas año tras año, porque nunca he visto a nadie coger una de la bandeja.


La Nochevieja se supone que es más de fiesta. Aunque también se suele pasar en familia y, tras las uvas, salir corriendo para no pillar atasco si coges el coche. Tu madre te dice: -"Ten cuidado hijo, no bebas mucho". Si vas a una fiesta de barra libre y te cuesta 130 codazos llegar a la susodicha barra no puede pretender tu madre que encima te pilles 12 "nestis".

Estas noches el bebedor habitual beba más; y el que no, se pilla un pedo de narices. El caso es beber.
Otros apoyan la ingesta alcohólica con todo tipo de drogas respiradas, inhaladas o masticadas. Y si un día de marcha normal son 24 horas sin dormir, su nochevieja dura 72. Y así podríamos seguir haciendo reglas de tres hasta que nos dieran las uvas. Nunca peor dicho.

Otra cosa: De pronto hay que cenar con sidra. Desaparece el vino, la cerveza, incluso el agua. Un gracioso te apunta con la botella y luego la orienta hacia arriba y "¡pum!".
-"¡Corre, corre, que se vierte!".
-"¡Que yo no quiero sidra!". Y para entonces ya tienes la copa llena de espuma con dudosas resminiscencias frutales.

La tele también se luce en estas fechas y, al igual que el familiar gracioso, también te apunta con el corcho. Salen especiales de todo tipo:Lo mejor del año; Resumen del año; Feliz año. Todo muy global y muy emocionante. Para ello mezclan las imágenes más bellas con las más tristes y se te pone el cuerpo que entre las peladillas y la sidra casi que te acuestas o abres el brandy que reserva tu madre para los guisados.

Y luego la ansiedad que existe por hacer reír. Todos los presentadores, todos los locutores y todos los cómicos(claro), salen a la pantalla a sacarnos una sonrisa.

Sale alguien como disfrazado. No sabes a quién quiere imitar. Esperas a que hable. No sabes a quién quiere imitar. Al final, por el contexto, lleno de tópicos o por un cartelito que ponen debajo a modo de ayuda, sabes por fin que están imitando, por ejemplo, a Isabel Pantoja. Entonces rezas para que el año que viene desaparezca el maquillaje de las cadenas de televisión y te convenzan con arte de verdad y no con efectos especiales.

Porque lo de hacer reír, como idea, es buena, pero el resultado es a veces más bochornoso que pillar a tu pareja grabando "Mira quién baila".

Y llegan las uvas y el temita de los cuartos, que está más sobado que el "chiste" de decir que te duermes viendo los documentales de La2. La gente se come las uvas, cada uno como puede, al ritmo que puede y siempre alguien aprovecha para hacer un poco el cerdo, dicho sea de paso. Algunos graban el evento poniendo la cámara encima del televisor(o al lado si es plano) y luego lo ponen hasta que vomitas todo el champán que te has tomado al brindar.

Entonces empieza el espectáculo pirotécnico. Todo el mundo ha comprado petardos y cohetes de toda índole y de dudoso uso doméstico y por unos minutos crees que el sitio más seguro del mundo es el "vater" de tu casa. Vas, te "desestresas" un poco y vuelves sin petardos que escuchar, tele que ver ni sidra que abrir. Vuelves, un año más, a superar con nota las noches de Navidad.

jueves, diciembre 21, 2006

Un cuento de Navidad

Se llamaba Mara e iba a ver a los Reyes Magos por primera vez. Su madre le había contado, más o menos, cómo eran estos reyes. Pero la niña no se enteraba de nada. Entre otras cosas porque no tenía ni puta idea de castellano. Apenas balbuceaba un “mamá quiero pan” o “¡nuna, nunera!”.

Mara tenía los ojos pequeños y alargados y no se parecía ni a su padre Jorge ni a su madre Raquel. Se parecía más a otros padres que hacía cuatro años habían dejado a su hija con poco más que material genético.

La niña había tenido suerte.

Sus padres le habían explicado lo de la carta a los Magos y qué era el Portal de Belén mientras ella no le quitaba ojo al turrón que había en la mesa.
Acostumbrada a pelear por la comida, no entendía cómo algo tan grande y rico podía permanecer más de dos minutos encima de la mesa.

Le habían intentado transmitir que ya no volvería a pasar hambre, frío y miedo. Pero ella no se enteraba de nada.

Una mañana, su hermana Rocío, cinco años mayor que ella, con los ojos saltones como su madre Raquel y la boca generosa en dientes de su padre Jorge, fue hasta su cama y le dijo:
-“¡Mara, que ya han venido los Reyes Magos!”.

Mara, medio dormida, saltó de la cama para acompañar a la hermana al salón. Más por el entusiasmo de ésta que por saber qué había allí.

Cuando vio todos aquellos regalos su cara se iluminó. ¡Cuántos colores!, ¡Cuántos muñecos! ¡Cuántas golosinas!

Cogió todo lo que le dijo su hermana: -“Lo que hay al lado de tus zapatos, Mara”, y se fue a un rincón.
Empezó a comer una gominola tras otra, una chocolatina tras otra, mientras sujetaba fuertemente a una muñeca-repollo a la altura de la axila.

A Rocío no le habían traído ninguna muñeca-repollo y se distraía con un juego de Magia Borrás. Que si la varita mágica que se estira; que si hay que leerse las instrucciones; Rocío se aburría un poco.

Entonces, se fue al rincón, donde su hermana seguía deglutiendo sin parar. Llevaba la varita en la mano y le dijo a Mara mientras pasaba a la acción:

-“Mira Mara, te dejo jugar con la varita mágica y tú me dejas la muñeca-repollo, ¿vale?”.

Rocío tiró de la muñeca, pero Mara, sin dejar de masticar, hizo un movimiento de codo que evitó perder la muñeca, proteger las “chuches” y de paso golpear levemente la mejilla de su hermana.

Rocío se fue llorando hacia el cuarto de sus padres al grito de “¡Má-maaaaa!”

Mara seguía con sus chocolatinas y su muñeca. Que la niña era china y pobre, pero no gilipollas.


martes, diciembre 19, 2006

Concurso de Monólogos Surisas 2006

Busco en la World Wide Web noticias sobre el concurso de monólogos de humor Surisas 2006 y prácticamente no hay nada. No hay nada, vaya. Algún anuncio que otro, pero ninguna crónica del mismo.

Así que, como estuve por allí y tengo contactos, allá voy:

Hubo dos semifinales: Una con 6 concursantes, otra con 3 (problemas de rajamiento de última hora). La organización decidió hacer un ranking con los 9 y clasificar a los 5 primeros para la final.

El viernes hubo una semifinal en la FNAC de Parquesur, a las 22:00, cuando cierran. Público escaso y cervezas a 1.70 euros.

Sale un colega con melenas que me recuerda al Grogui de “Los Serrano”, resulta que el chaval ganó este concurso hace dos años, según me cuentan, y hace de jurado.

Presenta de mala manera de qué va el concurso; que el público puede luego votar en una urna; que su voto se cuenta y que el primer concursante se llama: Sara.

La chica nos cuenta su experiencia de canguro en una peculiar familia irlandesa: niña repelente, abuela borracha y mascota canina desquiciada física y psíquicamente.

Sara tiene gracia aunque su monólogo funcionaría más en el mundo cuentacuentos. El guión está bien elaborado, no cansa, y la gente se mete en la historia.

Sin provocar demasiadas carcajadas, sin muchos golpes de humor, transcurrió su actuación de forma correcta. No llegó a arrancar aplausos, pero en su defensa decir que ser la primera siempre cuesta y que el presentador no se encargó de calentar al público.

Tras una pausa musical de un par de minutos, Sara volvió para presentarnos al segundo concursante: Gabriel.

Gabriel hizo un buen monólogo sobre la infancia: Reflexión por comparación sobre los niños de hoy y los de antes. Manejó bien el ritmo, las pausas y jugó muy bien con el público, al que sacó aplausos.
Pero su nivel no fue constante y el monólogo no acabó arriba, aunque gustó. Fue más monólogo de humor, como lo entiendo yo, que el anterior.

Tras Gabriel, vino César. Vivo, rápido y locuaz. El tema, demasiado manido y asqueroso: escatológico para ser exactos.
La gente se reía y al tío se le veía con gracia. Quizá con otra temática hubiera funcionado mejor. A la larga, según me contaron, el público apenas le votó y el jurado le penalizó también bastante.

César presentó al siguiente contrincante que ya no sé si fue Teresa o Gema, o si los otros fueron en ese orden. Yo estaba allí con mi cervecita tan ricamente, tampoco levantando acta.

Digamos que actuó Teresa. Su monólogo fue el que más me gustó. Ágil, gracioso y menos guarro que el anterior, aunque alguna cosita había.
Ella venía a decir que era muy positiva con la vida a modo de introducción y nos contó su experiencia con el ginecólogo, para luego cerrar el monólogo aludiendo de nuevo a su positivismo.
La chica tenía vis cómica y la supo explotar. Tenía muchos chistes, que es lo más importante. Tú te puedes tirar tres minutos contando una cosa muy graciosa pero si le falta el punch(el golpe), pierde.
El jurado valoró mucho su actuación aunque según me cuentan, una parte del monólogo no coincidía con lo que había presentado en la preselección y eso podría traer consecuencias.

Esto y que no se pasaran de tiempo parece que le obsesionaba especialmente a uno de los organizadores. Se le oía constantemente avisar a los del jurado:
-“Este se ha pasado de tiempo, se ha pasado de tiempo”.

El jurado, el mencionado Grogui y otro que me suena pero no logro ubicar, intentaban tomar notas a la vez que asentían con la cabeza.

Tras Teresa, actúo Gema. Metió música en su monólogo, y algo de performance. El texto era más bien flojo y nada original: Soy amiga de los gays. Ya había oído varios con esa temática.
La gente se rió, no podemos decir que no, pero fue flojo. Hay que currar más.

El último fue Sergio, un muchacho que contó algo sobre los vecinos. Ahora recuerdo haber visto al del jurado contar uno buenísimo sobre estos seres. Esto, aunque podía haberme predispuesto, no lo hizo. Pero Sergio contó un monólogo pesado, nada cribado, nada reescrito, abundando mucho en cada situación, interpretando en exceso y sin ir al grano. No había chiste, no había gracia. Lo siento Sergio, no sigues con nosotros. Hay que currar más, también.

La otra semifinal(Los tres que dije antes):

Se desarrolló el sábado en Alcorcón, en el Sotanillo del teatro Buero Vallejo, que, como su nombre indica, está en el sótano, donde hacen actuaciones con aforo menor.

Allí me apreté otras cerves, unos panchitos y unas aceitunas.
Esta vez salió a presentar el otro del jurado, David se llama, que se le iba la pinza que daba gusto. Calentó un poco al público, pidió un aplauso, tuvo complicidad con el DJ que ponía la música. Al tío se le vio suelto y creo que ayudó al primer participante a tenerlo más fácil.

Su nombre: Manuel. Estaba muy nervioso y no maneja muy bien la escena pero poco a poco su monólogo prendió: hablaba de su infancia.
En el cole, las vacaciones, sus mascotas, que se le morían todas, su posición de gordito-killer en el patio. Fue gracioso aunque a "ráfagas". Parecía como si se le olvidara el texto y así lo retomaba luego de manera desordenada.

Tras Manuel entró Ignacio, un personaje. Salió y mientras escrutaba al público se colocaba una bata de farmacéutico y una gorra de ciclista. La gente, se empezó a reír y él soltó un “Buenas noches Alcorcón”. A continuación se puso a hablar de su problema: Que era virgen.

Tenía otro problema que en esos momentos era mayor: No se sabía el texto. Dejó los papeles en la banqueta que había en el escenario y recurrió a ellos demasiadas veces para estar preparado como parte de su actuación.

El público se reía de él más que con él. Metió en el monólogo chistes que no eran suyos y en general fue bastante flojo. Sin embargo gustó y el jurado lo metió en la final. Pero de eso hablaremos luego.

Tras Ignacio y su cosa frikie saltó a la palestra Juan Ramón: Entró a ritmo de Chimo Bayo, el de “Jú Já, fiestas fiestas fiestas locas como esta”.
Empezó a hablar de los valencianos con algo de mal gusto, contó algún chiste gracioso y luego se puso a hablar de él mismo. No me quedó muy claro de qué iba su monólogo y ciertos juegos de palabras quedaban más bien como ocurrencias sonoras más que como chistes propiamente dichos. Se despidió a ritmo de Chimo Bayo de nuevo y aquí acabó la semifinal.

Luego, fuera de concurso, David presentó a una artista que por tener más edad de la permitida no había podido participar. La chica, Belén se llama, estaba un poco cabreada con el suceso, pero allí salió a una cosa que llamaron “micrófono abierto” que no sé muy bien qué era. He investigado las bases del concurso y bueno, aquello luego no fue así.

Contó un monólogo algo gracioso sobre su amigo Paco. El problema es que metió muchos chistes que no eran originales y eso la gente lo valora menos. La gente quiere oír cosas y puntos de vista nuevos.

Tras esto, se acabó lo que se daba y nos fuimos, el domingo, a Fuenlabrada, a la Sala El Grito a ver la final.

Se habían clasificado los siguientes participantes:
Sara, Gabriel, Maite(o Teresa), Manuel e Ignacio, que no sé cómo se les pudo colar en la final.

La sala estaba preciosa, había de beber y de comer, fundamental, los sillones muy cómodos y quizá poca gente.

Poco público, pocos concursantes ¿no será que la gente no se entera de que existe este concurso? Ni una reseña en el 20minutos ni nada. Así no hay manera. Y mira que los premios son golosos: 1000, 500 y 250 euros para los 1º,2º y 3er clasificados, respectivamente. Pues no va ni el tato a concursar.

Salió a presentar Juan Aroca, ganador de la edición pasada y sevillano de pro. Su acento, su gracia y agilidad mental hizo que la gente disfrutara bastante.

En fin. Comenzó Maite. Había quitado todo el principio de la otra vez. Imagino que coaccionada por advertencias de los organizadores. Estaba nerviosa, insegura y acelerada. Los chistes no funcionaron igual, faltaba pausa, ritmo y en definitiva: Lo hizo peor que en la semifinal. Tuvo gracia pero me imagino que cuando se bajó del escenario se supo perdedora.

Tras Maite entró en acción Ignacio: Volver a ver su actuación fue terrible. No digo más.

Luego salió Sara. Nos volvió a contar con la misma profesionalidad que el viernes su historia irlandesa. Volvió a gustar. Y yo volví a pensar que no era lo que más me cuadraba con mi idea de monólogo de humor. Pero allí estaba.

Tras Sara entró Manuel, menos nervioso y más guasón que el día anterior. Tenía el texto más controlado e hizo reír más que nadie.

Interactuó bien con el público con preguntas retóricas fáciles. Quizá se olvidó del tiempo, estaba tan a gusto que se pasó un poco. Esto, según me contaron más tarde, fue determinante para no quedar mejor clasificado. Porque algunos miembros del jurado veían razonable que se penalizara al máximo tanto no ajustarse al texto enviado como al tiempo de actuación.

Yo discrepo un tanto de esto. Al final, el más gracioso debería ser el ganador y para mí, sin duda, esa noche, lo fue Manuel.

El último fue Gabriel. Ser el último (aparte de comerte las uñas un buen rato más que los otros) tiene sus ventajas. Si sales en plan ganador tienes muchas papeletas de llevártelo.

Gabriel volvió a pecar de lento y aunque tenía un monólogo de los que me gustaban, no brilló lo suficiente. Aún así, le hubiera colocado entre los premiados.

Y se acabaron las actuaciones. Bueno, Juan Aroca volvió para amenizar la deliberación del jurado. Éstos salieron para entregar unos supercheques de premio.

3er Clasificado: Manuel Barrena.
2º Clasificado: Sara Carmen González.
1º Clasificado: María Teresa Bellón.

¿Justo? ¿injusto? Bueno, no estuvo mal. Felicidades y mi respeto por todos los participantes, que nadie lo dude. Esto es sólo mi opinión.

A ver si la próxima vez se apunta más gente, hay más público y otro escribe la crónica, que yo no estoy para estos trotes.Buenas noches.



Nota: (a quien pueda interesar)

En mi opinión, llenar un monólogo de “cagar”, “pedos”, “follar” y todo tipo de imágenes relacionadas llena de m. la actuación. Se suele caer en ello con facilidad.
Su uso debe ser muy medido.


PD: Si alguien tiene fotos del evento. Me lo haga llegar o saber. Gracias.

sábado, diciembre 09, 2006

La Navidad I (La cena de empresa)

Aunque las luces se empiezan a poner más o menos en noviembre. Es en el puente de la Constitución cuando se revoluciona el tema navideño.

La gente empieza a comprar regalos, a ponerse pelucas de colores paseando por la Puerta del Sol, a pillar décimos de lotería, a ver el Cortylandia y a decorar la casa.

Unos ponen árbol; otros belén; otros árbol y belén; otros árbol, belén, reno de luces y Papá Noel escalador. Lo que más destaca, desde fuera, es eso: balcones llenos de estos papás noel, que más que escalar, parece que están intentando enderezarse de alguna putada infantil que los ha llevado hasta allí. Algunos permanecen ahí hasta que un cantaor de saetas se asoma y dice "¿Qué hace esto ahí, pisha?".

Otra cosa a destacar es la cantidad de luces que pone la gente, en plan macrodiscoteca, que ya no sabes si allí se va a cenar o van a pasar directamente a los tripis y al progressive.

y por encima de todo, la navidad comienza con los primeros niños que se hinchan a tirar petardos, cohetes y misiles tierra-aire enfrente de tu casa. Yo, que soy de poca proliferación nuclear, tengo en esos instantes ganas de pillar algo del polonio ése que circula por ahí para echarlo por la rejilla del portal, en defensa propia, claro. En eso soy muy yanqui.

Pero hay algo que, en la oficina, marca un antes y un después en el período navideño: La cena de Navidad.

La cena se organiza de manera más o menos corporativa, es decir: A veces, la secretaria/o de turno es la que hace la convocatoria, reserva, informa, etc. Otras veces esta labor la lleva alguien del grupo de trabajo que se ve con fuerzas y voluntad para ello.

La pregunta más frecuente durante esta semana es: "¿Vas a ir a la cena?".
La respuesta tipo es:
1)"Sí, claro", si vas a ir o te vas a escaquear en el último momento.

2)"Aún no lo sé", si no vas a ir y te vas a escaquear en el último momento.

Pocos se ponen en plan sincero y dicen:
"Paso de ir...por cierto ¿tú quién eres?".

Si dices que vas, de pronto, gente que jamás te saluda en la máquina de café, se siente con la obligación de hacerte algún comentario, nada original, nada estimulante, como el mismo café. Tú contestas con igual giro artístico, dejando la cosa en empate.
Luego, si te ves en la cena, o si coincides en la misma mesa, será más fácil romper el hielo. (Algunos quieren beber tanto, que el hielo no lo rompen, se lo comen).

Y llega el día, la gente queda más o menos con "los suyos" y alguno aparece por allí más solo que Darth Vader en Nochebuena.


Pero fácilmente se integra en cualquier círculo gracias al espíritu navideño de buen rollo.


La peña se sienta donde puede y comienzan los camareros a traer platos y vinos a diestro y siniestro. Todo en plan chuletón sangrante o pescado super-a-la-plancha. Da igual, aquí hemos venido a cocernos, eso lo sabe muy bien el del restaurante.

Por eso, al final de la comida, se pone a repartir chupitos al personal para que se vayan con un buen sabor de boca...y para que se vayan, vamos.

Luego se traslada la comitiva hacia un bar de copas con capacidad suficiente, es decir: uno donde nunca hay nadie y donde pincha el cuñado de uno que habla mucho durante la cena.

Aquí, a pesar de que se organice todo por grupitos, el alcohol crea un clima de hermandad total, que hace que gente desconocida se te acerque con comentarios del tipo:
-"La primera vez que te vi pensé que eras un gilipollas...pero ahora me caes bien". Que en realidad quiere decir: "Sigo pensando que eres un gilipollas pero te he cogido cierto cariño".
ó
-"Tío, eres un tío de puta madre, de puta madre, tío, de verdá, creerme, de puta madre tío".

Aquello se convierte en un comedero de orejas, ¡quién tuviera el punto G pegado a la patilla izquierda!

Se inician conversaciones inacabables sobre cómo hay que gestionar esto y aquello. Normalmente aquí uno habla y otro sólo dice: "Sí, sí", o directamente asiente con la cabeza.

Como la música está alta, no te enteras de casi nada de lo que te dicen, ni acercando oreja, oiga, pero asientes igualmente y sonríes mucho. La clave está en sonreír, que es como darle la razón. El problema viene cuando se te queda mirando, sin decir nada. Es el momento de decir: "Perdona, no te he oído bien". Para a continuación seguir con la misma estrategia.

Aquí, como en la naturaleza misma, se tiende al punto medio: El que habla sin parar está más borracho que tú, pero como no para de hablar, se le va pasando. Mientras, tú, que sólo sonríes y asientes, no paras de pulirte un cubata tras otro. Al final estáis los dos igual de borrachos y os váis a mear en armonioso equilibrio.

Otros acercamientos son más propios de fiestas adolescentes. Porque la cena de Navidad suele ser el punto de inflexión en muchas relaciones personales. Y para bien o para mal, tres o cuatro rollos entre compañeros caen fijo.

Pero aquí hay que diferenciar: Porque darle un muerdo en mitad de la pista a tu compi mientras tientas su trasero como si estuvieras buscando la sandía ideal puede pasarte factura. La gente se olvida que hay vida después de la fiesta. Se olvida.

Otros acercamientos, menos lícitos, ocurren entre señores/señoras mayores, que de pronto se encuentran hablando con jovencitos/jovencitas que les ríen las gracias y se dejan invitar a cubatas de importación. Normalmente, esta gente mayor no ocupa, precisamente, el puesto de bedel, claro. Y llevan todo el año(o no) yendo a cenar con los críos al Foster Hollywood, que así están los niños, ya lo dice la ministra-supernanny.

Una cosa que siempre me ha llamado la atención es comprobar que, es ocupar un puesto de determinada importancia y automáticamente te conviertes en un cachondo mental. Absolutamente todos tus chascarrillos tienen gracia. Eres el Arévalo de la oficina.
¡Qué maravilla!


Al final, alguien se acaba agarrando al jefe por el cuello mientras éste(que suele ser el que está más cocido)intenta lanzar una patada a lo David Bisbal.

Luego cada mochuelo a su olivo, algunos a otro olivo y todos con ganas de que al día siguiente no hubiera que ir a currar.
Pero hay que ir, ¡qué caritas!¡ni el papa noel escalador!

Otros rezarán para que la puta foto haya salido tan mal que no se les reconozca. ¡Ay la Navidad!¡qué tendrá la Navidad!

viernes, diciembre 01, 2006

La Dignidad

Independientemente de que te suban el sueldo o no(la mayoría de las veces toca: No); de que tu trabajo no sea muy creativo; que no valoren tu esfuerzo como crees necesario; de que te toque aparcar lejos de la oficina porque el parking es para los que están en plantilla(luego está el parking medio vacío); que tengas que madrugar más que los conductores de la EMT para no pillar atasco(que luego lo pillas igual porque siempre hay un cenutrio que se come el culo de otro por querer llegar el primero o un camión que se cree que puede cambiarse de carril como si llevara un Smart y se lía).

Independientemente de que tu pantalla sea peor que la de otro porque el otro es más chulo, guapo, o se agacha mejor que tú; de que tengas que entregar justificantes por triplicado por cualquier ausencia; que se te controle el horario por perros falderos mientras "los de arriba" llegan tarde, comen en tres horas y después, borrachos como cubas, montan una reunión a ritmo de "vamos muy bien".

Independientemente de que tu trabajo sea tedioso, oscuro o mal organizado; de que tus compañeros hablen con la voz engolada, se peinen mal o se duchen por la noche.

Independientemente de que te bloqueen el acceso a internet o determinadas urls que tengan la palabra "music" en el interior de su cadena; de que un entramado de mandos, submandos, supermandos(¡coño, como la película!), procedimientos, métodos, passwords, reglas y normas hagan de tu jornada laboral un sinfín de roces, cadenas de favores y gestiones absurdas.

Independientemente de que tú veas claro que se hace así y tu jefe(maldita palabra que sustituyo por supervisor) te diga que se hace por sus infrautilizadas bolsas seminales. De que lo que se tarda en hacer cinco minutos se estime que se tardan diez horas y lo que se tardan dos semanas hay que tenerlo terminado hoy.

Independientemente de que bajar a desayunar se convierta en un estigma difícil de quitarse de encima; irte a tu hora se considere la mayor aberración que se puede cometer y ponerse enfermo y quedarse preñada se entiende como una debilidad imposible de asumir por la empresa:
-"¡Hala, fuera de la empresa, por querer tener un hijo!...¿a quién se le ocurre?...¡en plena comedura de rabo al departamento entero para que renueven su contrato con nosotros!...¡por favor!"

Independientemente de que se busquen siempre una excusa para decir que va todo muy bien y cobrar sus putos bonos y para decir que va todo mal(por nuestra culpa) para no darnos la subida que nos toca (ni el IPC, ni el puto y miserable IPC de los cojones, que es que me tengo que encender...).

Independientemente de eso, lo que no soporto, lo que no tolero, lo que me induce a pensar que hay que devolverla, es que ataquen directamente a la dignidad de la gente.

Que intenten minar el ánimo de las personas, que presionen con correítos veladamente amenazantes, que cuestionen la profesionalidad de la gente, que quieran hacerte creer que no vales, que no haces bien tu trabajo y que están muy disgustados por ello.

Ellos están disgustados, pero de la hostia que les voy a dar se les va a quitar el disgusto, el gusto, el olfato y el oído (el tacto y la vista los perdieron hace tiempo).

Somos personas, Sr. Mierda de Gerente. A mucha gente ya le trasroscásteis el tornillo y les da igual, incluso lo ven razonable. A otros nos quedan aún varias vueltas, y no vamos a dejar que se llegue al final.

Por Dignidad.

MOBBING.NU

EL REFUGIO

La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...