domingo, mayo 25, 2008

Aguantar la puerta

Llevo cuatro meses en mi nuevo destino (nada profético, bastante trivial y muy absurdo).
Y hoy(el otro día, vaya) ha sido la primera vez que no han aguantado la puerta al notar que venía alguien detrás, en este caso yo.
La puerta es de esas "cortafuegos" que pesan un huevo y se cierran más bruscamente que las puertas del tren de cercanías.
Reconozco que más de una vez uno está al borde del esguince de hombro si la aguanta para que pase una señorita de buen ver y descubre que, tras ella y a escasos pasos, la alcanzan, veloces y perversos, el resto del grupo que baja a desayunar. Pero no por ello hay que dejar de hacerlo.

El cordial ser humano ha sido uno de los jefecillos de la planta, como no podía ser de otra forma. El mismo lameculos que sostenía las cajas de pastelitos que su jefa había comprado para invitar en una ocasión: Ella delante, marcando tacón-puta-tacón, él detrás, intentando seguir su paso sin sobrepasarla mientras le decía cosas a la oreja (esta gente no tiene oído, os lo juro).


Miles de veces he comentado y vilipendiado la paradigmática posición de jerarca.
Pero es que tener poder para decidir sobre algún aspecto en la opción vital de una persona sin tenerla en cuenta es asqueroso, se mire por donde se mire.

Por eso es asqueroso el poder que ejerce un padre sobre un hijo cuando no le deja hacer algo "porque no le sale de los cojones" o cuando un jefe te impide coger dos días de vacaciones porque "va mal tu proyecto" o cuando un "guardapuertas" intenta buscar una mirada de sometimiento antes de dejarte pasar al garito.

Es asqueroso el poder; invita a la falta de modales; a la falta de honestidad. Incluso invita a la falta de deseo del bien ajeno.

Yo, cuando aguanto la puerta al notar que viene alguien detrás lo hago por varios motivos, creo:

1) Facilitar la vida a la peña.
2) Por pura educación.
3) Mostrar al que viene detrás que le tengo en cuenta, que tiene mi afecto, que soy buen compañero.

4) Y aparte y si se da el caso: Regar mi retina con un holograma de sensualidad (que parece que es de verdad pero sabes que no lo puedes tocar).

Lo hago sin saber quién viene detrás, no me importa.

Estoy seguro que el jefecillo estúpido de turno sí sabía que detrás de él no venía la de los pastelitos. De ser así, habría sido más amable, incluso le habría dado tiempo para contar un chascarrillo "peloteril" y sin gracia. Porque sobre todo , entre esta gentucilla que va de ganadora por la vida, hay una carencia de humor exagerada.

Así somos, unos más que otros.

Ahora, que se prepare. Como venga un día detrás de mí se va a comer la puerta.




lunes, mayo 12, 2008

Historia de una cámara 4ª Parte (El desenlace)

Quedaban 2 días...


En la oficina, entre marrón y más marrón, entre ojos escrutadores de pantallas ajenas y presión pro-contractura en mi chepa, saqué huecos para realizar visitas esporádicas a la página oficial de Afotoprin.

En ésta me recreé visualizando varias ofertas que tenían, entre ellas unos packs muy majos:
El que veía con muy buenos ojos contenía la Nisun AXT 90, que además de más barata, ya me había "vendido" la dependienta como muy buena y cercana a la AXT 95.

Estaba imprimiendo el folleto con las ofertas cuando me llamó.

-¿Truman?, te llamo de Afotoprin. Te puedo conseguir la cámara para mañana.

Por fin. La AXT 95 era mía. Llegaría justo el último día del plazo que me establecí. Me alegré bastante.

Pero algo iba mal.
Ahora giraba dentro de mi cabeza el pack con la AXT 90 mientras la chica de la tienda me decía cosas a través del móvil.

Hasta que la espeté: -Oye, ¿y la AXT 90, la tenéis también?
Me contestó un poco contrariada. Se supone que había hecho las gestiones necesarias para conseguir la cámara que yo quería, la que no encontraba en ningún sitio de un modo adecuado, la cámara que había visto reflejada en mis pupilas el día anterior.

-Sólo me queda la de exposición...espera un momento, también la tengo con el pack nº3.

Por un lado pensé "¡no jodas!" y por otro pensé "a ver si el pack lo van a montar con la de exposición".

"No jodas", porque era precisamente ese pack el que me estaba encandilando en mis incursiones furtivas en la web.
Y por otro, porque no sabía cómo era eso del pack.

Pero en un ataque entre de locura y de entusiasmo le dije:
-Pues resérvame el pack nº3 y esta tarde me paso a por él.

Quedaba 1 día y medio...

Pensé en irme directo a la tienda pero la Sra. Truman no se encontraba bien y tuve que llevarla a casa. Una vez allí la fiebre me alertó de que había que hacer algo más que dejarla allí en reposo. La cámara podía esperar al día siguiente, a pesar de que en el folleto comprobé que ponía: "Oferta válida hasta el ...". Sí, la oferta acababa esa misma tarde.

Fui a la farmacia, regresé con algunas medicinas y, tras atender a la enferma y ver que se encontraba tranquila, le comenté que saldría a un recado.

Al estrés de conseguir la cámara se añadía ahora la urgencia por regresar cuanto antes. Eso sin contar que entre unas cosas y otras, quedaba media hora para que apagaran la luz en la tienda y con ella mi penúltima oportunidad.

Encontré la tienda a punto de cerrar puesto que se iban media hora antes de lo que ponía en la página web (parece que el mundo real y el virtual tienen horarios distintos).
-Pensaba que cerrábais a las 21:30- le dije a la dependienta; que no era la que me atendió ni llamó.
-¡Sí, hombre, lo que faltaba ya! ¿te parece poco?-me soltó sin pudor.

No me parecía poco, la verdad. Bueno, yo venía a por mi cámara y saldría echando hostias de allí así que la saqué rápidamente de dudas sobre el retraso que causaría en su salida mi llegada.

-...a nombre de Truman...un pack de Nisun...-la chica buscaba en el ordenador mientras yo buscaba en los estantes la Nisun AXT 90 de exposición. Allí estaba.

Entonces la dependienta, más relajada ya, se acerca a un rincón y aparece con una caja que efectivamente contiene la cámara y resto de accesorios del pack. Vamos, que era un pack traído así desde el proveedor y no se trataba de uno compuesto como las bolsas de chuches, que sabe Dios por cuántos dedos habrán pasado ya las gominolas (¿y las fresitas? ¿y las nubes?, bueno, las nubes ni te cuento).



Mientras lo abre para enseñarme su interior y comprobar que estaba todo me dice:
-¿Vas a pagar con tarjeta? Es que tengo la línea telefónica mal y no te puedo cobrar, lo siento.

Yo saqué todo el dinero en efectivo que tenía pero me faltaba un poco. Encima tenía la tarjeta caducada aunque recordé que tenía otra compartida desde donde, si no había más remedio, podía sacar una pequeña cantidad.

-Hacemos una cosa: tú te vas a sacar dinero y yo mientras voy al servicio que ya no me puedo aguantar más- la chica era extrovertida, de eso no había duda.

-Vale-le dije. Cerró tras de mí para que no entrara ningún cliente más y quedamos en la puerta tras las gestiones.

Llegué antes que ella. Desde el cristal observaba mi caja con todas sus cositas dentro. Sólo faltaba un violín sonando en "mi menor", la cara de pena ya la ponía yo solito.

Por el pasillo distinguí que venía la muchacha vendedora. Parecía satisfecha.
Ya en la tienda pagué, me puso todo en una bolsa y gracias a que no le monté ningún pollo por el tema de la tarjeta y porque me lo curro un montón, todo sea dicho de paso, le saqué un regalito.

Me despedí de ella con gratitud no fingida y, al ritmo de marchador olímpico, me dirigí hacia el parking del centro comercial desde donde saldría escopetado.

Ya en casa, tras envolver el regalo pasada la medianoche, me acosté pensando:
"Esto lo tengo yo que escribir, ¡cojones!...No hay nada como una palabrota para liberar tensiones".

Quedaba un 1 día...

El regalo gustó.



Fin


viernes, mayo 02, 2008

Historia de una cámara 3ª Parte

Quedaban 4 días...

Domingo, día de algún señor, es un día que se hace tremendamente corto. A saber: Te levantas tarde, haces zapping sobre programas de zapping en la tele y te vas a casa de tus padres a comer, cafelito y repaso de la prensa incluído.
Luego llegas a casa y te da el bajón de los domingos por la tarde (algún día escribiré sobre ello).
Total, que hasta la noche no me puse de nuevo con mi objetivo.

22:00 P.M:

Tras enredar un rato por internet me puse a intentar hacer mi pedido a Morcipania de mi cámara.

Para empezar comprobé con sorpresa que el precio se había incrementado sobre el inicial y me volví a acordar de la chica de la HACENÁ: "Esta oferta acaba hoy,Esta oferta acaba hoy".

Repuesto del disgusto opté por seguir para delante (el precio seguía siendo muy bueno).

Primer paso: Registrarme en su web.
Segundo paso: Seguir los pasos del "carrito de la compra".
Tercer paso: Elegir la forma de pago.

¡Chaaaaaaaaaaaaaaan! ¡La forma de pago!
Tenían tres formas de hacer que pagara el preciado regalo:
1) Con tarjeta, con seguridad y cosas de esas. No había problema, Morcipania me parecía y sabía, era fiable.
2) Mediante transferencia bancaria.
3) Contrarrembolso.
Había más, pero no estaban a mi alcance. Mi primera elección fue "con tarjeta".
-Le doy mis datos, me cobran y mañana lunes está el pedido en cola de preparación-pensé.
Pero cuando me animo a hacer tan arriesgada maniobra recuerdo que...¡TENGO LA TARJETA CADUCADA!
Había solicitado una nueva a mi superbanco on-line, pero aún no me había llegado (de hecho aún no me ha llegado, lo cual me hace imaginar mi despedida a la francesa de esta entidad).
Así pues, primera opción descartada.

Mi segunda opción fue: "Por transferencia". Tomé los datos de la entidad receptora de mis euros pero empecé a dudar si me cobrarían una comisión "gastronómica" por ello. Y finalmente medio hice el pedido.
Le estaba dando a "OK" cuando me dio tiempo a leer en la página que..."Su pedido comenzará a gestionarse tras la recepción de la transferencia" (lo he puesto entre comillas para darle más verosimilitud, pero me lo he inventado un poco, aunque en esencia era eso lo que decía).

O sea que el lunes ni de coña iban a ponerse con mi pedido.

Eran cerca de las once de la noche y ahí seguía yo sin mi pedido hecho, sin mi pago efectuado, sin nada. La cámara se me escapaba por el maremágnum de píxeles de mi monitor.

Intenté cambiar la opción de pago pero sólo permitía anular el pedido de mala manera. Lo hice y me puse a realizar otro usando la opción "Contrarrembolso". O sea, venía el transportista con el pedido y ahí le pagaba la cámara y un porcentaje de incremento sobre el precio.
Parece que la obtención del objeto estaba siendo cada vez más costoso, en todos los sentidos. Y me rayé.

Empecé a pensar que si iba a haber dos pedidos a mi nombre; que si no iban a saber cuál era el bueno; que si iban a tardar...y dí a cerrar el navegador a través de la "aspita".
Se acabó, no más Morcipania, adiós a las virtuales formas, mañana me voy al Semipackt y pillo la cámara o la que más se parezca.

Quedaban 3 días...

Al día siguiente había que currar así que sólo tenía la tarde para hacer cualquier gestión. Me fui de paso al centro comercial donde, aparte de la HACENÁ, se encontraba Semipackt y otras tiendas que tenía en mente visitar.

Aparco el coche sin mucha dificultad, esta vez sin movimientos de Starsky ni Hutch, seguramente porque mis entumecidos músculos tras nueve horas sentado en una sillita no me lo permitían.

En menos de medio minuto ya estaba buscando entre multitud de cámaras y alguna que otra chepa indecisa mi Nisun AXT 95. Pero, ¡horror, no la encuentro!
Volví a mirar de nuevo y a ensanchar mi radio de búsqueda hasta los "stand" de portafotos, memorias y cachivaches varios pero nada, no estaba. Sí vi el anterior modelo(la 90) y el posterior (la 105).

Pregunté a una señorita con polo de la organización, que me consultó, nada amablemente, en su puto ordenador (yo también sé ser nada amable) si la cámara se encontraba en algún lugar accesible, por ejemplo el almacén.

-Está agotada-me dijo.
-Tú sí que estás agotada-pensé-naciste agotada,¡anda vete para casa y nos dejas vivir!-Todo esto lo pensé, porque pienso mucho, pero sólo le dije:
-¿Y la 105 qué precio tiene?

Miró otra vez en su puto ordenador, la pobre. Y me dijo el precio, así que se lo agradecí:
-Gracias.

La verdad es que la 105 se alejaba bastante de mi presupuesto inicial, pero estaba dispuesto a hacer un esfuerzo. Eso sí, quería pagar por algo que mereciera la pena, así que apunté el precio en un papel, también el de la Nisun AXT 90, y me fui a una tienda que quería visitar: Afotoprin.

Afotoprin

En Afotoprin, una tienda pequeñita con una dependienta, mostrador y viejecitos llevando pilas usadas para comprar una igual, o sea, una tienda de las de antes, pregunté por mi adorada Nisun mientras echaba un vistazo, de lejos, a las que tenían en exposición.

-No la tengo-me dijo. Parece que las posibilidades de hacerse con ella en el plazo inicial se iban disipando como las expectativas de subida de sueldo a las alturas de año en que estábamos.

-Si quieres me das tu teléfono y si te la puedo traer pronto te lo digo-me ofertó diligente.
-Vale, le dije, porque la necesito como muy tarde para el miércoles. Por cierto, la AXT 105, ¿la tenéis?
-Sí, es el nuevo modelo. Te sale por 328 euros.

La misma cantidad que me habían dicho en Semipackt. O sea, por ahí no había mucho que pensar.

Entonces volví a la HACENÁ con la esperanza de que la oferta no hubiera aún caducado o pudiera camelarme a la comercial que me atendió el viernes anterior.

Pero ella no estaba. En su lugar había un comercial jovencito con pinta de consumir muchas pelis emuleras y mucho hidrato de carbono con ketchup.

Merodeando estaba por allí pero no se acercó a decirme nada. Como yo tenía más prisa que Fraga en la presentación de un libro, le abordé.



-Oye, perdona. ¿La Nisun AXT 95 tiene ya este precio que marca aquí?
Reconozco que la pregunta tenía cojones pero cuando se trata de intentar salirse de la regla, todo vale.
-Sí, claro-me dijo como dando por terminada la conversación.
-Ya, es que el viernes ponía otra cantidad y claro, ahora vengo y me encuentro que vale 30 euros más y claro...¿tú sabes a qué es debido esto?-presioné al sujeto poco-comercial.
-Sí, estaba de oferta pero ya no-el tío no se lo curraba nada, pero de pronto despertó.
-De todas formas, tienes mejores cámaras por menos precio.
-A ver, cuéntame-le dije dándole una oportunidad.
-Pues mira, la Kikon 45 tiene remorcillador óptico y la otra no, la Opompis 80 tiene estabilizador de morzobrollos y un sensor de supernabo...luego tienes la Osio 70 que tiene un LCD de más pulgadas y una lumitancia mejor.

Se estaba gustando el muchacho y, aunque yo tenía prisa, no quería que me fuera sin escuchar su, sospecho que preparada, frase:
-"En relación prestaciones-precio todas estas son mejores"-yo seguía observándolo incrédulo así que me insistió:
-En relación prestaciones-precio, en relación prestaciones-precio.

-Vale, gracias, no me interesa- le dije y me fui de allí otra vez con mi estilo de marchador, lo cual indicaba que el estrés había vuelto. HACENÁ definitivamente descartada.

Volví a Afotoprin muy alterado. Ya no sabía qué hacer. Le volví a preguntar a la chica por el modelo superior, también me habló del anterior, la Nisun AXT 90, que la tenía con varios packs de oferta. Apunté algunos datos y volvimos a quedar en lo que ya habíamos quedado: Me llamaría cuando supiera algo de mi inalcanzable Nisun AXT 95.

Me fui a casa empapado en sudor, la cabeza como un bombo y una necesidad extrema de levantar la chapa de un botellín de cerveza fresquito.

Ya en el sofá, puse mi cabeza en orden:

Durante la mañana esperaría la llamada de la atenta dependienta de Afotoprin.
Por la tarde, cuando saliera de la oficina, me iría hacia allá y vendría ya con mi cámara, la que fuera.

Quedaban 2 días...



La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...