viernes, diciembre 29, 2006

La Navidad II (Las Noches Buena y Vieja)

LLegan las supuestas cenas familiares, las noches de Navidad, la Buena y la Vieja, de las que de todo se ha dicho y donde volcamos todos nuestros traumas.(No se espere, por tanto, encontrar aquí nada nuevo).

Yo, por ejemplo, es oir un villancico y como cuando me ladra un perro, pego un bote de manera visceral.
Esos niños que parecen pasárselo tan bien cantando algo tan horrible rompe todos mis esquemas mentales o quizá los refuerza más.

La Nochebuena, dicen, hay que pasarla en familia o en compañía de tus seres queridos, que no siempre coincide, claro. Aunque a éstos siempre se les dice que "son como de la familia" que es como cuando llega un cayuco a Tenerife y le das una manta al africano de turno. Venga, que te "ajunto".

Hay gente que aprovecha las navidades para irse al pueblo. El que lo tenga, claro. El que no siempre se puede ir a ver belenes a la Plaza Mayor por aquello de que parezca más típico que salir por la urbanización mientras tu vecino se pasea con el chandal tuneado del Real Madrid.

Pero no nos engañemos. Las navidades en el pueblo no son como en los anuncios publicitarios.
Se supone que allí hay un par de abuelos, los tuyos, esperándote con cariño y haciendo toda clase de surtidas viandas que están recién hechas en el momento justo de aparecer tú. Se supone que en la casa hay chimenea y se está calentito. Y se supone además que en el pueblo hay nieve por los tejados.

Pues no. A veces no hay abuelos, no cocinan y en la casa hace el frío conocido como "efecto nevera" (hace más frío dentro que fuera) y, como dice mi tío: "Saca los botellines del frigorífico para que se enfríen".
En la calle no hay nieve, quizá alguna pequeña placa de hielo esperando a un incauto pisador.

En todas las casas, eso sí, suele haber una bandeja con todo tipo de dulces navideños: turrón, mazapán, polvorones, mantecados y las cosas esas blancas que muchos años después (parezco el niño de Cuéntame) descubrí se llaman "peladillas". Y que siempre pienso que son las mismas año tras año, porque nunca he visto a nadie coger una de la bandeja.


La Nochevieja se supone que es más de fiesta. Aunque también se suele pasar en familia y, tras las uvas, salir corriendo para no pillar atasco si coges el coche. Tu madre te dice: -"Ten cuidado hijo, no bebas mucho". Si vas a una fiesta de barra libre y te cuesta 130 codazos llegar a la susodicha barra no puede pretender tu madre que encima te pilles 12 "nestis".

Estas noches el bebedor habitual beba más; y el que no, se pilla un pedo de narices. El caso es beber.
Otros apoyan la ingesta alcohólica con todo tipo de drogas respiradas, inhaladas o masticadas. Y si un día de marcha normal son 24 horas sin dormir, su nochevieja dura 72. Y así podríamos seguir haciendo reglas de tres hasta que nos dieran las uvas. Nunca peor dicho.

Otra cosa: De pronto hay que cenar con sidra. Desaparece el vino, la cerveza, incluso el agua. Un gracioso te apunta con la botella y luego la orienta hacia arriba y "¡pum!".
-"¡Corre, corre, que se vierte!".
-"¡Que yo no quiero sidra!". Y para entonces ya tienes la copa llena de espuma con dudosas resminiscencias frutales.

La tele también se luce en estas fechas y, al igual que el familiar gracioso, también te apunta con el corcho. Salen especiales de todo tipo:Lo mejor del año; Resumen del año; Feliz año. Todo muy global y muy emocionante. Para ello mezclan las imágenes más bellas con las más tristes y se te pone el cuerpo que entre las peladillas y la sidra casi que te acuestas o abres el brandy que reserva tu madre para los guisados.

Y luego la ansiedad que existe por hacer reír. Todos los presentadores, todos los locutores y todos los cómicos(claro), salen a la pantalla a sacarnos una sonrisa.

Sale alguien como disfrazado. No sabes a quién quiere imitar. Esperas a que hable. No sabes a quién quiere imitar. Al final, por el contexto, lleno de tópicos o por un cartelito que ponen debajo a modo de ayuda, sabes por fin que están imitando, por ejemplo, a Isabel Pantoja. Entonces rezas para que el año que viene desaparezca el maquillaje de las cadenas de televisión y te convenzan con arte de verdad y no con efectos especiales.

Porque lo de hacer reír, como idea, es buena, pero el resultado es a veces más bochornoso que pillar a tu pareja grabando "Mira quién baila".

Y llegan las uvas y el temita de los cuartos, que está más sobado que el "chiste" de decir que te duermes viendo los documentales de La2. La gente se come las uvas, cada uno como puede, al ritmo que puede y siempre alguien aprovecha para hacer un poco el cerdo, dicho sea de paso. Algunos graban el evento poniendo la cámara encima del televisor(o al lado si es plano) y luego lo ponen hasta que vomitas todo el champán que te has tomado al brindar.

Entonces empieza el espectáculo pirotécnico. Todo el mundo ha comprado petardos y cohetes de toda índole y de dudoso uso doméstico y por unos minutos crees que el sitio más seguro del mundo es el "vater" de tu casa. Vas, te "desestresas" un poco y vuelves sin petardos que escuchar, tele que ver ni sidra que abrir. Vuelves, un año más, a superar con nota las noches de Navidad.

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