Comienzo por ese exagerado compañero, ese extremista del compadreo, ese halagador sin pudor que es: EL PELOTA.
8:00 A.M.
Apareces por la oficina enjuto ante la dificultad horaria (no sé qué bueno se puede hacer a esas horas; bueno, sí: mear y volverse a la cama), carraspeas un "bu-días" y te sientas en tu puesto con la esperanza de que el universo que te rodea no interrumpa tu decadencia neuronal.
8:02 A.M.
-¡Qué tal Truman!, ¿un café?
-Vale-dices mientras piensas: "Un café me vendrá bien, aunque sea de máquina, aunque no caiga palito ni azúcar y aunque mi compañero, EL PELOTA, comience su particular función.
MÁQUINA DE CAFÉ
Llevas lo justo para los dos cafés pero EL PELOTA (en adelante "Lota") se adelanta con su puño lleno de monedas asalmonadas y pequeñitas doradas.
-Deja, deja, ya te invito yo, que me quiero deshacer de la calderilla.
-Vale-Te dejas invitar mientras notas que funcionas a base de monosílabos y Lota no para de sonreírte.
Mientras cae el vasito, el azúcar (si hay) y el palito (si hay) alguien se acerca, con mucha prisa, a sacarse un café. Me imagino que pensará que estamos apoyados en la máquina para calentarnos el trasero porque se avalanza moneda entre los dedos a sacar su importante elección.
Lota le para los pies, sonriendo:
-Estamos sacando...pero ya terminamos.
El Listo (en adelante gilipollas-tontolaba) retrocede un poco pero se queda cerquita, como si todavía fuera metido dentro de su bmw, comiéndome el culo. Yo me vuelvo (qué lástima no poder hacer lo mismo con los coches) y le miro como sólo se puede mirar a un imbécil: Poniendo gesto de "¿pero cómo eres tan imbécil?".
Lota, mientras, en lugar de sacar su café, pregunta:
-¿Qué quieres?
El gilipollas-tontolaba muestra un amago de empatía ante el ser que desprecia y le dice:
-Café largo y con uno menos de azúcar.
¡Y el Lota le invita a café!
Me tiembla la mano así que me voy con la excusa de comprobar si me he dejado el móvil en casa o encima del escritorio (cosa que no suelo hacer) y me doy cuenta de que Lota acaba de despertarme y ponerme a punto para el combate de mi jornada laboral: Tengo un repunte de mala hostia que durará por lo menos hasta la hora del desayuno.
MI PUESTO DE TRABAJO
8:11 A.M.
Es demasiado pronto para dinamitar mis oídos con Motörhead pero hay que elegir: "O los oídos o yo".
Una mano aprieta mi hombro derecho mientras un rostro aparece por mi lado izquierdo.
-¿Has encontrado el móvil?
-Sí, estaba aquí encima.
-Me alegro...¿qué escuchas?...

-"El sueño de Morfeo", a ver si me espabilo.- Le digo aburrido.
-Bueno, con ese nombre no sé yo...¡ah,ja,ja!. Y se va para su sitio, lamentablemente cerca, tras darme dos palmetazos en la espalda.
Si el peloteo es evidente con los compañeros o déspotas desconocidos, cuando se le arrima un supervisor, alguien un escaloncito o dos por encima de éste en la siniestra jerarquía empresarial, es mejor montar una reunión improvisada en el retrete o aprovechar para ir al banco o echarse un cigarro, pero nunca estar cerca, porque te puede pasar como con los medicamentos:
Puede provocar somnolencia, vómitos, mareos, erupciones cutáneas, alteraciones sanguíneas, hipoglucemia...incluso gases.
10:45 A.M.
15 minutos antes de bajar a desayunar suele ser la hora elegida por todo jefecillo cabrón (que no desayuna, no come y no sabemos si cena, pero que está gordo como si participara todos los días en un concurso de ingestión rápida de hamburguesas) para pasarse a ver a Lota, que le recibe con una sonrisa de oreja a oreja y excesiva disposición.
Mientras el jefecillo le pide cuentas, le menosprecia y le aprieta las tuercas, Lota no deja de sonreír y asentir.
-"Esto no es así. Te lo dije ayer, vamos mal de tiempo y si no sabes cómo se hace, preguntas...¿sí?...¿vale?...¿sí?"-dice el canalla.
-"Sí, sí, no te preocupes, no te preocupes".
Y aquí es cuando ese compañero pelota, distraído de su propia dignidad, me da pena, una profunda pena. Quizá por eso me deje invitar todas las mañanas, aunque la adrenalina no me deje dar pie con bola hasta que desayuno.
11:30 A.M.
Vuelves del desayuno, donde has dejado parte de tu irritación despotricando sobre unos y otros y ves que Lota sigue en su sitio. Ahora está de pie y en su asiento las nalgas del onmisciente que ya se ha apoderado del ratón cuyo cursor guía torpemente por la pantalla.
...Continuará...
