martes, mayo 10, 2016

Una muerte improvisada

Volvemos por el blog. Ese espacio de escritura en el aire, volátil, corregible. Volvemos para hablar de literatura. No somos críticos literarios, ni tenemos toda la Historia del Arte a mano ni metida en la tocha. Somos lo que somos, pero leemos con gusto.

Dicho esto, anoche volteamos la última página de "Una muerte improvisada" (Juan Solo, 2015) editado por Cloverdale. De esos libros blanditos que da gusto manosear.

"Una muerte improvisada" es, ante todo, una novela de las que atrapa. Podríamos decir, si atendemos a su contenido, que nos encontramos con una novela policíaca, costumbrista, negra y todo eso que sirve para clasificar y acotar y que normalmente limita pero ayuda a la hora de colocarla en una sección de la librería u otra.

No queremos clasificarla. Mejor.

Es una historia muy bien contada, muy audiovisual, con un personaje muy de western, perfiles psicológicos bien trazados, emoción. Con un montaje paralelo, que patentó para el cine D. W. Griffith y que, como en aquellos films, convierte el relato en una montaña rusa de tensión. 



Juan Solo se estrenó en esto de la novela con "El hombre sin brazos" (2013). Una historia también brillante que sin embargo sufría, como el reconocido guionista Carlos Molinero cuenta en sus seminarios sobre las historias a las que se enfrenta él mismo, en el medio. En todas las historias pasa algo en el medio. Sabemos cómo vamos a empezar y cómo queremos terminar (no siempre) pero "en medio" pasa algo y se sufre por ello. Juan resuelve muy bien ese sufrimiento pero al menos este que escribe lo notó al leerlo. 

En "Una muerte improvisada" la estructura narrativa es simplemente brutal. Leyendo "Una muerte improvisada" se recuerdan las primeras de Pérez Reverte igual que con "El hombre sin brazos" al embrujado detective de Eduardo Mendoza. Pero ante todo está mi estimado Juan Solo. Su voz camuflada en cada uno de los personajes, viviendo vidas que en parte son suyas y en parte de otros. Retratando, observando, jugando con las palabras, con ganas de escribir bien. 

Y de entre todas las voces de "Una muerte improvisada" nos obliga casi a quedarnos con una, de la que aprendemos a vivir y a emocionarnos. Al menos anoche, a las 5:00, tuvimos que pasarnos el dedo por la pestaña inferior y recoger alguna lágrima, por lo vivido junto a sus páginas y por lo que se termina. 

"Through the desert of truth"








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