lunes, abril 21, 2008

Historia de una cámara Iª Parte

Andaba yo buscando una cámara de fotos de estas digitales para regalar. Dos problemas:
Uno: Elegir la cámara en cuestión.
Dos: Tenía una fecha tope para hacer el regalo: 7 días.
Tres: El "brusaíto" (como escuché decir una vez).

Tras hacer unas cuantas consultas a páginas especializadas, todo por interné, claro, y consultar también a mi amigo especialista en fotografía, ya tenía más o menos claro con qué cámara me iba a quedar: La Nisun AXT 95.
Uno: Porque era ultracompacta (quería que fuera pequeña para poder llevarla con comodidad a todo tipo de actos).
Dos: Porque Nisun es una buena marca, y además ya sé cómo funciona. Pasa un poco como con los móviles: cambias de Lokia a Jony y te toca aprender de nuevo a enviar un "sms".
Tres: El "brusaíto".
Cuatro: El "robocó".

Aún así, aún dudaba entre el modelo anterior, La 90 y el modelo nuevo, la 105. La diferencia de precio y las dudas entre unas prestaciones y otras me dejaron como estaba: en el medio de la mitad.

Total, que estaba yo exultante de alegría: cámara elegida, tiempo de sobra...me crecí...

Quedaban 6 días...

Consulté precios acá y allá pero al final resultó Morcipania el mejor sitio para comprarlo (de los de interné me refiero).
Ofrecían varias ofertas a modo de packs:
Cámara + batería + bolso: tanto.
Cámara + batería + memoria: tanto otro.
Cámara + batería + lata de fabada litoral: tanto otro más. Este era el que me parecía más estimulante, dicho sea de paso.

Ya casi decidido a comprar me dije a mí mismo: Mira en la página de HACENÁ a ver qué precio tienen...
¡Clinck! (¡Eureka!, ¡Oops!, ¡Tracatrá!, dicen otros).

Resulta que por 30 euros más la tenía allí mismo. Sin contar que la otra vendría mediante pedido y me cobraban 10 euros de gastos de envío. O sea que por 20 euros tenía la cámara ya asegurada y lista para el embalaje final.

Esa misma tarde fui a la tienda (no a la virtual) a ver la cámara en persona, para ver si había "filin", si nos gustábamos para poder gustar después a su propietaria final.

Llegué y fui directo hacia ella, allí, mezclada en otras, todas en su pequeño pedestal. Mi psicomotricidad o lo que coño sea mi forma de andar es la más parecida a la de un atleta de marcha. O sea, que pierdo la compostura al andar lo que me hace víctima perfecta para el vendedor de turno (vendedora en este caso) que intuye ante estos movimientos cierta carencia de inteligencia.

-¿Te puedo ayudar en algo?- pregunta solícita y maja ella.
-Estoy mirando ésta- digo mientras señalo con el dedo.

Ella coge la cámara con brío y desparpajo. Me habla en tono suave, lo cual me agrada, y me comenta ciertos aspectos técnicos que superan con creces mis conocimientos fotográficos:
-Entre ésta y ésta prácticamente no hay diferencia: Ésta tiene 879/390 y la otra 879/390, o sea, igual. Y es lo más importante. Luego ésta tiene un milímetro más de grosor y el diseño es distinto, pero vamos, que te recomiendo ésta- O sea, la que ansiaba por llevarme.


La única pega:

-Esta oferta acaba hoy- dice mi hasta ahora exquisita vendedora.

Aquello de meter prisa me tocó bastante los cojones. Sí, yo estaba decidido, pero la verdad es que tenía aún alguna que otra baza que jugar y pensaba hacerlo al día siguiente. El problema era que eso me haría descartar ya la oferta de la HACENÁ ya que, según la susodicha comercial, al día siguiente la cámara subía nada más y nada menos que 30 euros de precio, y claro, aquello escocía un poco.

Como a mí bajo estrés se me nubla el intelecto salí de allí por patas, con mi estilo "marcha", agradeciendo a la fantástica colaboradora sus explicaciones y consejos pero desestimando la oferta.

La baza que faltaba:
Morcipania, aunque basa su estrategia comercial en los pedidos por internet, también tiene tiendas físicas, de esas de puertas con bisagras y personal tras un mostrador.
En la página ponía que mi cámara estaba disponible en la tienda sin necesidad de hacer pedido lo cual me haría poseer el regalo, al precio que inicialmente me había seducido y con tan sólo un pequeño desplazamiento al centro.

Así, me busqué un hueco para ir a la mañana siguiente, sábado:

Quedaban 5 días...



2 comentarios:

Unknown dijo...

Jo, es que tienes la manía de hacer capítulos. Ya estoy intrigadísima. Y lo peor es que sospecho que tardarás al menos una semana en escribir la segunda parte. Y yo soy demasiado adictiva!

Truman dijo...

Sospechas confirmadas.
En fin...

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