domingo, junio 01, 2008

Ser los primeros

Estoy leyendo el libro: "Copia este libro" de David Bravo, sobre la propiedad intelectual y el revuelo sobre las redes P2P y la intención malsana de llamar ladrón a todo el que se baje algo de internet sin pagar al intermediario de turno.


Hace tiempo lo imprimí y tenía por aquí, cerca de esta ventanita, pero es lo que tiene: Tendría que pedirme 75 años de vacaciones para acabar todas las lecturas empezadas que tengo, y otros 1500 años para leer los libros que aún no he abierto.

Ando pues enfrascado en su lectura, primeras páginas, y se me ha ido la olla, como muchas veces que me pongo a leer y me sorprendo yendo y viniendo varias veces por la misma línea, sin entender nada, a veces envuelto en una ensoñación, otras drásticamente dormido.

Se me ha ido la olla y he comenzado a redactar este post, así, visualizándome como estoy ahora: "tacatacatá" con el teclado, alt+tab para cambiar de aplicación y ponerme música, alt+tab para volver, ctrl+tab para cambiar de pestaña en el navegador, en fin, lo que es visualizándome.
Escribía un texto, el que pongo a continuación:

Con esto de la propiedad intelectual, los derechos de autor, el tener que pagar a este o a fulano por reproducir esta canción o usar este logo, me pongo malo. Porque no basta con crear, ni siquiera con mostrar tu creación, necesitas ser el primero.

El primero, claro está, en registrar esa obra como "la buena" y a partir de ahí comenzar a reclamar lo que según la ley es tuyo. De lo contrario alguien te pedirá cuentas. No es que yo pretenda también cobrar por derechos de autor mal gestionados, lo que me asusta y me enferma es tener que pagárselos a otros, simplemente porque llegaron primero.

Por eso, tú has podido crear la canción más bonita del mundo (que no es la de "La Oreja de Van Gogh", obviamente), tocarla en un local de ensayo de la periferia e irte a tomar dos tercios con tus colegas de banda sin sospechar que una oreja (no la de Van Gogh, obviamente) se quede con la copla (nunca mejor dicho) y le ponga a tu tonadilla su copyright en la "esgae".
Así, cuando toques por primera vez tu canción en un garito alguien podrá decir:
-¡Buah!, se parece un mazo a la de "El sopor de Afrodita".

Y tú has podido crear un eslogan como "La belleza engorda", que me pinté yo en una camiseta para los momentos de mayor sobrepeso bien entrado el verano y los calores que no justificaban más abrigo que ése, y mañana viene un "notas", te lo lee, le gusta y pasado aparece en todas las marquesinas en la campaña de no sé qué helado "maxiguay".


O puedes inventarte un chiste, una situación graciosa y contarla en un bar de un pueblo perdido. Da igual, cualquiera que salga en la tele y cuente algo parecido se convertirá automáticamente en poseedor de los derechos, aunque sean sólo morales, y tú serás un plagiador.

Por eso, ser los primeros, se convierte en algo urgente y angustioso. Como cuando de pequeños había hostias por ser "PRÍMER". Ya entonces sabíamos de su importancia.
Y el que sea más listo y llegue primero, llegará luego con su maquinaria detrás a pedirte pasta por una cosa que lo mismo se te ocurrió a ti solito en la barra de algún bar.

¡Qué pena!



1 comentario:

Unknown dijo...

Pues sí, Truman, así es. Y aunque a veces lo que menos busques sea el reconocimiento, lo que realmente te sienta mal es que otro se lleve TU gloria. Pero tener que estar yendo de continuo a registrar todo lo que se te ocurre es un sinvivir. A mí, creo que ya prácticamente me da igual. Creo que a todos nos pueden meter un paquete el día menos pensado por las imágenes que ponemos en nuestros blogs, por ejemplo. En fin, qué te voy a contar no? Lo que no quiero es vivir con miedo. Yo he tomado mis medidas, con licencias y registros, pero internet es infinito y a lo mejor me cogen algo y ni me entero. De qué me sirve tenerlo registrado? Desde la otra parte del mundo me llegan, me copian, se atribuyen el mérito y yo más ancha que pancha. Le doy vueltas pero cada vez quiero darle menos vueltas.

La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...