De forma injusta, seguramente, distingo dos tipos de trabajadores (¡qué palabra más nauseabunda!):
Los que trabajan más o menos y los “Echadores de Horas”.
Los Echadores de Horas, en adelante (EDH), son los grandes farsantes del sistema.
Cuando te vas a casa después de tu larga, corta, mediana jornada laboral; la que te toca, por la que te pagan, la que pone en el convenio, etc, ellos siguen allí, inmóviles, haciendo que trabajan.
Su único objetivo es salir a partir de las diez de la noche. No hacen nada, no son hábiles, no tienen ideas buenas. Tan sólo están allí, como las figuritas del Belén.
Un día, un amigo metido a “Manager” en una consultora importante me dijo: “Se me queja el cliente porque el chaval que le traigo no sabe ‘Jualinais’. ¡Qué quiere, yo le traigo un tío que trabaja, que está ahí!”.
La gente de esa empresa no quiere una persona “que sepa” o que esté dispuesta a saber. Quiere un EDH. Y hay clientes que pagan gustosamente sus servicios al ver que: “Están haciendo un trabajo descomunal, no te lo puedes ni imaginar”.
Sí, deben tener las cejas agarrotadas de tanto fruncirlas como si aquello requiriera toda su atención. Debe ser un poco como estar rodeado de tomcruises, que frunce el ceño hasta para abrir la puerta del coche.
Ayer mi amigo el buceador me decía: “¡Eso no es trabajar!”, porque le decía que yo salía a las tres de la tarde en verano.
Yo pensé:
-“Por gilipollas como tú, cumplir el horario y sacar el trabajo adelante no es trabajar”. Pero no le dije nada, porque bastante tiene ya.
Me joden los “echadores de horas”, porque presumen de quedarse hasta las mil. A veces, lo cuentan como si se hubieran acostado con Halle Berry, como si hubieran hecho algo heroico por su país, como diciendo: “Puedo con todo. Soy fuerte. Soy el mejor”.
Los que nos vamos a nuestra hora a pesar de tener un cerro de trabajo encima de la mesa directamente somos unos vagos y unos irresponsables. El trabajo empieza a ser valorado por algunos jefecillos a partir de la hora de salida. El resto de la jornada no cuenta, porque necesitan tu “IMPLICACION PERSONAL EN EL PROYECTO”.
Algunos, aquello de conciliar el trabajo con la vida familiar lo resuelven follándose a su compañera de trabajo entre comidas o yéndose de cañas con su casposo compañero de al lado.
A veces, cuando paso al lado de uno de estos enfermos me dan ganas de darles una colleja como las que reparten las madres cuando “la comida está mala”.
-“Que-té’[hostia]dicho[hostia]que-te[hostia]vayas[hostia] a-casa[hostia], hombre…el tío tonto éste”… [hostia]…
Lo mismo mañana lo pruebo. ¡Cuidado conmigo EDH!
Truman: Ex-Trabajador de oficina. Incansable observador. No deja títere con cabeza. Su lema: "Cuando no tengo otra cosa que hacer, trabajo".
martes, agosto 01, 2006
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1 comentario:
Los EDH, de sobra sabedores de que sólo los que están en el momento justo y en el sitio adecuado se llevan "el gato al agua", deciden estar TODO EL RATO en su puesto de trabajo, para así no perder oportunidad alguna de ascenso, compensación, reconocimiento laboral o lamida de genitales a superiores que se tercie.
Lo que no se paran ellos a pensar es qué tipo de gato es el que se llevan, si merece la pena o no. ¿Acaso es lo mismo un Aristogato que Garfield? Quizá ahí esté su desgracia.
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