jueves, octubre 12, 2006

El curso (Primera parte)

La semana que viene voy a un curso. Espero que me ayude en algo. Los cursos, por lo general, no ayudan en nada. Pero no hay que ser catastrofistas. Aunque, basándome en mi experiencia personal, mis expectativas se reducen a:
1) Un buen manual que me ayude en la estantería a tener más presionadas las revistas de Fotogramas.
2) Un horario mejor que el de mi oficina: Entrar después y salir antes.
3) Un PC con conexión a internet para mandar correos obscenos a los compañeros que se han quedado currando.

Para empezar, cuando uno va a un curso, por ejemplo, de una semana, debe asumir que el primer día y el último se pierden.
El primer día:
El profesor dice que se llama Paco mientras nos entrega el programa del curso. La peña(los alumnos) van llegando poco a poco por lo que, si eres de los primeros, se te graba a fuego que el profesor se llama Paco y que lo que te entrega es el programa del curso.
En esto se pierde, fácilmente, media hora. El tiempo más que suficiente para escrutarnos los unos a los otros, identificar a la piba que está buena, si la hay, y si no, ir rebajando requerimientos hasta que una esté "medio qué" e identificar al listillo, al perdido y al preguntón.

Siempre hay uno que enciende el ordenador sin que nadie le diga nada. Esto provoca en el profesor la necesidad de marcar el ritmo:
-"Ahora os digo el usuario y la password con la que os tenéis que conectar". Que en realidad significa: "Deja de tocar el puto ordenador que ni te imaginas el tiempo que falta para que lo enciendas, listillo de mierda". Y mira por encima de las gafas al que pulsó el "Power".

Efectivamente, aún queda un rato, porque, mientras vuelve a decir que se llama Paco, cosa que hace cuando estamos todos (aunque nunca tenemos esa certeza) nos propone el absurdo juego de las presentaciones: A saber: Hay que decir cómo te llamas, a qué te dedicas, qué conocimientos tienes relacionados con el curso y qué esperas de éste.
Es maravilloso.
"Hola, me llamo Javier y trabajo en Sulijain Ibérica como responsable de pepinillos. Trabajo con tal y cual y espero aprender y tal".
Otro.
"Hola me llamo Sergio y soy gerente de la cuenta Sanitaria de la South Zone de Madrid".
Y siempre hay uno que dice: "Yo estaba sin hacer nada y me han mandado para acá". (Este es el más peligroso con diferencia).

Después de escuchar a todo el mundo tirándose el pisto sobre lo que hace y sabe, el profesor nos indica, como si fuéramos a ensamblarnos con un módulo espacial en órbita, cómo podemos acceder al terminal.
-"Ponéis, tú: 'curso01',tú: 'curso02',tú: 'curso03' y así". Y nos va señalando con el dedo. Y lo repite muchas veces. Porque en los cursos, lo que es importante o lo coges al vuelo o nada, pero las mariconadas se repiten abusivamente.

Antes de que le de tiempo, alguien dice: -"¿Y la password?". Y Paco, el profe, dice con satisfacción: "La password es la misma que el usuario".
Yo en ese momento pienso: "Paco, te idolatro".

Que accedas al ordenador no significa nada, no quiere decir que lo vayas a poder utilizar, pero da presencia.
Ahora, una vez que estamos todos mirando la pantalla como si nunca hubiéramos visto el icono de Internet Explorer, nos comenta:
-"Los manuales aún no los tenemos, pero los están preparando y me han asegurado que mañana estarán". Lo dice como si le hubiera montado un pollo a la persona encargada para ello. (Con suerte, los manuales te los dan el penúltimo día).

Llevamos hora y media cuando Paquito (ya hay confianza) dice: "Vamos a empezar con una pequeña introducción". Entonces enciende el proyector de transparencias. La imagen sale distorsionada y al revés. Empieza a cacharrear. Realmente, de un curso de 50 horas 5, aproximadamente, se dedican a ver cacharrear al profesor, así que lo asumes.

Cuando por fin se ve bien la primera lámina, le da por contarnos un monólogo sobre la importancia del curso, la estructura y la metafísica, que es un discurso comodín para cualquier curso.

Son las 11:30 de la mañana, hacemos un "break" para un café y algún bollito y, mientras mantienes una conversación insulsa con tus compañeros de curso, te das cuenta de que aún no has aprendido nada. Bueno, sí, que el profesor se llama Paco.
Continuará...

No hay comentarios:

La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...