lunes, julio 23, 2007

Ir de boda

No es que quiera emular a mi gran amigo David y contar aquí un monólogo sobre "Las Bodas". Tampoco copiaría ninguno suyo (la cantidad de búsquedas de google que dan con mi página poniendo "monologo de" y lo que sea). Anda la gente muy plagiadora y muy escasita de imaginación. Pero necesito un poco de terapia post-boda.

1800 kilómetros en menos de 24 horas (sí, podía haberme ido en avión, lo sé, pero me hubiera perdido a la Sra. de Truman conducir al estilo Pulp Fiction: Reflexionando en voz alta sobre los putos peajes catalanes) han avejentado mi cuerpo unos cuatro años. Digamos que lo justo para no poder pensar en ir a las próximas olimpiadas: La flexibilidad la perdí hace tiempo, el fondo encontró una "n" hace también varios años y la capacidad de reacción no se activa ni cuando se me caen 20 euros al suelo, pero después de este fin de semana he tocado fondo (otro tipo de fondo).


Todo comenzó unos días antes cuando decidí ir sin traje y decididamente fashion. Mi amigo Charly me enseñó unos pantalones rompedores y compré de inmediato. La prenda en sí quedaba pelín justa por la parte abdominal pero quedaba una semana para el evento, suficiente para que aquellos "jeans" (es que ahora soy pijo) me quedaran mejor que a Chiquito una camisa estampada.



Sin embargo la semana ha sido tan ajetreada como las anteriores y he sucumbido a la gula del que llega tarde a casa y abre la nevera antes de cenar y he preferido cerveza hasta para lavarme los dientes. Esto unido a que lavé los vaqueros 100% algodón hizo que, llegado el momento, necesité, no sólo contener la respiración mientras intentaba abrochar el último botón, sino, una vez abrochado, sacar hacia fuera todo lo que debería haber quemado la esperanzadora y ahora frustrante semana anterior. Todo esto delante del espejo de la habitación del hotel (una imagen vale más que mil palabras, está claro. Además, yo no tenía palabras y posibilidad de expresarme más que con los ojos).

No obstante, ya tenía decidido ir con una camisa por fuera con lo que el problema parecía solucionado. Pero aquello apretaba de verdad.
Poco a poco me fui haciendo a ello y empecé a notar alivio. Mi pantalón y yo comenzábamos a entendernos.

Y llegó el momento de ir a la iglesia. Me tocó conducir, pues era el único que no llevaba tacón. Siempre he pensado porqué perdemos el tiempo planchando la ropa cuando tenemos que desplazarnos luego en coche: Sudas, arrugas todo y encima corres el riesgo de que alguna costura pierda su identidad al intentar bajar del vehículo.

No ocurrió, porque actué con cuidado y porque los pantalones son muy buenos, yo diría que son de "Petregá" por lo menos.

De nuevo de pie esperando a que llegara la novia volvía a ser el Beckham que mi imaginación había generado la noche anterior mientras daba vueltas en la cama pensando que-tenía-que-madrugar-al-día-siguiente-y-coger-el-coche-y-no-
podía-dormirme-y-efectivamente-eso-era-lo-que-estaba-haciendo.

La novia de blanco; el novio también; boda más bautizo: Una boda de estas modernas que se llevan tanto ahora donde el hijo lleva los anillos, las arras o los mocos colgando, según edad, disposición o falta de abrigo.

En la iglesia nos tuvimos que levantar y sentar unas pocas veces, pocas la verdad. Esta vez me dio por reír poco para lo que acostumbro, que es vergonzoso. Tan sólo un pequeño amago que disimulé echando fotos al suelo y al banco. Como parte de la ceremonia un señor con buena voz cantó el "Ave María" de no sé quién y otra más de esas bonitas que se oyen muy bien en las iglesias, por la acústica y eso, que dicen los entendidos.
El colega podría haber cantado perfectamente la de Bisbal y nadie se hubiera extrañado: Tenía ricitos y marcha. Aunque por otro lado un toque ochentero eurovisivo (bueno, Bisbal también).

En fin, superada la minicrisis y acabada la ceremonia, fotos y más fotos y luego más fotos. Arroz y pétalos a los novios y luego fotos y más fotos. Y videos y más videos.
Y fotos y más fotos. Y en todas yo metiendo barriga e inflando los carrillos (por aquello de aguantar la respiración). Así salgo, que parece que me he metido en la boca, de una tacada, todos los canapés de "fuá".

Para ir al banquete, todos en procesión: yo sigo al coche de este y este al de aquel y al este del Edén...Correcto, nos perdimos. Sólo quedaba rectificar e intentar encontrar el camino. Desde que hay móvil todo es fácil y pronto nos reagrupamos para hacer una entrada triunfal en el parking del restaurante. Ahora ya sólo quedaba saber quién había acertado con el culpable. En cada coche se había realizado una porra al respecto. Yo no acerté.

Y por fin una cerveza. LLevaba casi todo el día sin comer, por aquello de embutirme en mi nuevo look, así que la primera media hora de aperitivo fue brutal. La novia me decía: "Que no os integráis". Que yo pensé: "¿Pero tú me has visto la boca? ¡si parece que me van a sacar una foto!".

En fin, luego cada uno a su mesa a seguir comiendo y bebiendo mientras alguien hablaba. Yo de vez en cuando también, también cuando no llegaba al vino. Y luego la tarta, los regalos, y fotos y más fotos.
Y luego el baile (¿a qué no sabéis quién cantaba?: Sí, el Bisbi), las copas, y el baile...y fotos y más fotos, y videos y más videos. Yo hubiera hecho mi baile de Shakira tranquilamente, como en otras ocasiones. Esta vez me pareció que había tocado fondo y no estaba ni medio bonito hacerlo. Aparte que seguramente había engañado a muchos de los invitados que pensaban que Beckham estaba por allí.

Al día siguiente, tras luchar con los ruidos de las habitaciones contiguas, el aire demasiado frío (alto, decimos) y los del hotel que nos querían echar antes de hora (nuevos inquilinos maleta en mano incluídos), la vuelta. De nuevo por la cadena costeo catalana y llegar a casa justito para una ducha, picar en la nevera antes de cenar y tomarme una cerveza.

Lo que se dice "ir de boda".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja...tal y como la vida misma...yo tb intenté en muchas bodas y demás eventos meter la barriga...pero en un vestido de seda o tela finita...es imposible que no se te vea el bombo hinchao después de comer, con el ombligo marcando una circunferencia...

jejejej

y me acuerdo también en mis tiempos de baile cómo yo también metía tripa en mis mallas elásticas y ajustadas...todo sea por el baile..y que la actuación salga bien....
a los trece años no me daba cuenta de muchas cosas que cambiaban en mí, hasta que me dí cuenta al final de una actuación cómo al levantar el brazo para la pose final una selva amazónica de pelos se asomaban por mi sobaco...desde entonces me depilo...de todo se aprende no?

depilarse, meter tripa, no arrugarse, ...hasta que al final de la boda...con unas cuentas cervezas..pierdes la vergüenza por todo...

en fins

me alegro que lo pasaras tan bien Truman..a pesar de lo que suponen las bodas...jajaja

mauakasss

Anónimo dijo...

Hola Truman!
Vaya repaso a la boda!
Si es que si una boda no tiene anécdotas o curiosidades, pues sería un poco aburrida. Creo que lo importante fue vuestra presencia, pues nadie se hace esos "1800 km" en coche por puro compromiso, sino porque esas personas os tocan el cor.
El asunto del pantalón tiene arreglo, aunque espero que no te impidiera disfrutar del banquete.
En fin, tampoco hay que contar mucho, que luego van otros (u otras) y se lo copian y lo sueltan por ahí sin citar las fuentes.
Nos vemos Truman

La respiración contenida

De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...