lunes, marzo 10, 2008

Los héroes no votan

El fin de semana ha sido tirando a chungo. El exceso electoral, el exceso de análisis y el exceso de sonrisas ha podido conmigo.

Lo único que ha tirado un poco de mi castigado ánimo ha sido ver al Chikilicuatre ganar la selección a Eurovisión. Que si bien muchos tachan dicha victoria de barbaridad creo que será, entre otras cosas, porque no vieron/escucharon el resto de canciones finalistas.

Bueno, lo único, no. También me animaron la mañana, por mi mirada malsana, unos niños que hacían un espectáculo de estos que se montan para que los padres vean en qué se gastan el dinero y los niños se animen un poco a seguir. El motivo, ése explicado, el medio: un violín.
Daba pena ver a los chicos articular apenas 10 segundos de estridente melodía: más cercano al "trash metal" que a la música clásica (con todos mis respetos para el "trash metal"). Y a algunos de ellos adoptar pose de cortador de jamón, piernas separadas incluídas, como esperando que le tiraran desde el escenario algún cochino que aviar. Pobres...el violín es un instrumento muy difícil... Pobres...nuestros oídos no merecían aquella emboscada sonora.


Fin de semana, chungo, sí, a pesar de estos golpes de humor. Porque algo ha destrozado "mis problemas" y ha hecho imposible poner un dique a las puertas de este blog.

Ocurrió el viernes a las 13:30, cuando la vida de Isaías Carrasco me importaba una mierda, y ahora que la ha perdido, me importa toda, como si fuera la mía misma.

Especial rabia porque todos los muertos son iguales, pero le pese a quien le pese, no todos vivían con las mismas posibilidades.

No había chalet en urbanización de alta seguridad, ni coche blindado, ni posibilidad de cambiar de residencia así como así.
Había un pisito, en un barrio obrero, y unas perspectivas que muchos días no irían más allá del puesto de peaje.

Un tío así, no sólo no debería llevar escolta, es que no puede llevar escolta.
Un tío así, acaba hasta los huevos de esa forma de vida, porque no es la suya.
Y un tío así, que le echa dos docenas de cojones y pide que le quiten la protección, es un héroe.

Un héroe que deja por los suelos la imagen de los dos supercandidatos hablando gilipolleces en la tele y la de los cronistas que se fijan si uno lleva la chaqueta abrochada o esputa más.

Un héroe que pone también en evidencia a la gente que puede ver su asesinato como algo justo o normal y a los que permiten pintadas con puntos de mira dentro de sus empresas.

Un héroe que no vota, ni falta que hace. Porque esta mierda de país no se merece que gente como él llegue a este grado de sacrificio.

Esta es la realidad y lo demás: pura televisión.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonito homenaje, Truman. Comparto tu dolor e impotencia.

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