Hace unos días en la oficina ha habido reorganización. Que básicamente ha consistido en: encerrar a los iluminados con el don de la oportunidad y que se han convertido en jefes de alguien, entre biombos que aparentan formar las paredes de un despacho, y cambiar a unos cuantos esclavos de sitio.
Al final, como decía Lampedusa, “que todo cambie para que todo siga igual” o algo así. Lampedusa no es ninguna dragqueen del Gula-Gula, sino el que firmó “El Gatopardo”, que es como las memorias de Sara Montiel pero en bonito.
A mí no me ha tocado moverme, que siempre toca un poco los cojones. Porque es como cuando te dicen: “Me gusta, pero ¿podría ser A y después B en lugar de B y luego A? “, que da igual, pero lo hacen por tocarte los mismos de antes.
Lo que sí tengo es nuevo compañero a mi izquierda, a mi derecha sigue Sergio, el aspirante a jefe, que tampoco ha tenido que moverse.
A este compañero nuevo le he apodado “El pequeño ruiseñor”. El tío se pasa las horas con los auriculares puestos y música heavy metal a todo volumen, me da que en plan “Blind Guardian”, “Nightwish”, etc.
Música en plan épico y tal, porque de pronto se emociona y se pone a cantar en falsete unos coros cuando llega el clímax de la canción. “Asain ne sainnnnn”. Que es como cantamos todos en inglés. Que para que digamos una palabra bien ya tiene que haber sonado clarita…
El compañero en cuestión medirá uno noventa y cinco y pesará unos ciento y pico kilos. O sea, que con este post me la juego. Por aquí nos partimos escuchándole canturrear con esos gorgoritos, de ahí lo de “el pequeño ruiseñor”.
A mí también me ha pasado. Los viernes, a última hora, acostumbraba a subir el volumen a tope y a poner alguna canción de esas de romper con todo. Y claro, se te va la olla y de pronto ves que todos se vuelven a mirarte. Y descubres que estás como Enrique Iglesias en aquella grabación que sacaron de lo que cantaba mientras ponían el playback. “Cos aniriiiiiiiiiiii, de ridin divain”, en fin.
Porque es curioso, pero todos, con los cascos puestos, creemos que cantamos de puta madre. Por eso luego tanta gente va al karaoke o se quiere apuntar a Operación Triunfo, o es Álex Ubago, por meterme con otro perla más, porque creen que cantan bien, pero en realidad no son capaces de enlazar dos tonos seguidos en su sitio.
Pero bueno, eso da igual, para andar por casa, nos vale con nuestro canturreo con música de fondo. A mí me mola que mi nuevo compañero se desinhiba y cante, mientras no nos prohíban ponernos música, claro.
Habrá que dar por bueno que nos descoloquen de vez en cuando y nos dejen los mp3 en paz.
Ya lo dijo Juan Pardo: “Bravo por la música que nos hace mágicos”.
Truman: Ex-Trabajador de oficina. Incansable observador. No deja títere con cabeza. Su lema: "Cuando no tengo otra cosa que hacer, trabajo".
miércoles, mayo 10, 2006
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2 comentarios:
Ya, y para seguir con con cursiladas, podemos recordar a Jose Luis Perales:
"Que canten los niños..."
Pero sí, que no nos toquen los emepetreses, ;)...
ADI
que canten, que canten...
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