Llevo unos días dándole vueltas a un marrón que tengo y he llegado a una conclusión: Falta un análisis de impacto.
En otros sitios donde trabajé, antes de abordar algo, se realizaba, con mayor o menor fortuna, un análisis de impacto.
Básicamente consistía en ver: si toco aquí, ¿afecta allá?, ¿y acá? Y prever los posibles cambios.
Ahora, donde estoy, todo el mundo toca todo y nadie analiza el impacto. Así, de pronto, encuentras que una cosa ha cambiado o simplemente ya no existe y va salpicando problemas a su alrededor.
Te zambulles en el problema y piensas, como tu colega submarinista, que quizá lo mejor sea quedarse en el fondo para siempre.
Aunque al final, reaccionas y haces una señal a tus compañeros: “Estoy bien, amigos, voy a subir”. Crees que el oxígeno no va a ser suficiente, como cuando llevas 40 kilómetros con el coche en la reserva, pero por suerte, consigues salir.
Luego te puede dar por hacer poemas o beber cerveza hasta el amanecer. O las dos cosas a la vez…
Me dan ganas de sacar la guitarra y cantar una canción de Elsa Baeza: “Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida…” y salir de la oficina como si fuera Peret. “Yo sé más que tú, que tú, que tú, que tú”.
Hoy han venido, como últimamente, a decirme que bajan a desayunar: Los viernes quieren bajar antes, porque se supone que entramos antes y tienen más hambre. Yo, sin embargo, prefiero bajar más tarde, porque salimos a las 15:00 y como, en casa, pero más tarde.
Le digo a mis compañeros, el ex-aspirante y M4rt1n, que prefiero bajar más tarde.
El primero me dice:
-“Ya, yo también lo prefiero, pero es que así estamos todos juntos”.
-“Ya” .- Le digo yo. –“ Pero es que hoy no me he traído la guitarra”. De nuevo la guitarra.
Porque es que esto se parece cada vez más a una acampada de los Scouts.
Bajamos a desayunar: Los 15 juntitos.
Vamos a comer: Los 15 más otros dos que se acoplan, juntitos.
Y así pasa, que no cabemos en ninguna mesa y un día le voy a dar un mordisco al codo de mi compañera, o peor aún. Y esto crea crispación.
Porque se coge una mesa y no se mira cuántos vamos a ser. Y vamos llegando y acumulándonos alrededor de la mesa como los ñus cuando intentan cruzar el río en el Serengeti.
Vale que decir lo de la guitarra queda un poco borde. Quizá debería medir más las palabras. Pero lo digo porque tiene gracia. El problema es cuando la gente no mide sus palabras y encima no tiene ni puta gracia lo que dice.
En fin, desayune a la hora que desayune, el problema sigue ahí. Aunque ya estoy más pensando en salir del agua e irme a la playa. Que es lo que va apeteciendo. Aunque en tu oficina se empeñen en ponerte las cosas difíciles:
“No te puedes coger días en junio…tienes que cogerte no sé cuántos en agosto… aún no te puedo confirmar nada”.
Bueno, yo reservo y si luego hace falta cambiar las vacaciones o quedarme todo el verano sin salir de Madrid, no pasa nada, todo sea por seguir buceando.
“Que tú, que tú, que tú rurú rurú”.
3 comentarios:
:)))))))))))))))))))))))))))))))))... Entre Elsa Baeza, el buceo y los ñus, menudo "jartón" de reir...
Gracias, Truman...
Joder, Truman, esa imagen del submarinista es muy buena. Zambullirte en un marrón es justo eso, estar bajo la superficie, en el inframundo, verlo todo como refractado por una espesa capa de aguas... fecales.
Me alegro de que os guste.
Gracias por los comentarios.
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