El otro día, paseando por la calle, me di cuenta la cantidad de gente que veía que me daba repelús, que no me cuadraba o que me daba miedo.
Había indigentes, subnormales, “notas”. Otros trajeados con muy malas trazas, amas de casa de mirada torva, negritos hartos de todo que deambulaban a la caza de no se sabe qué.
Gente que andaba deprisa porque llegaba tarde. Gente que andaba despacio, seguramente por gusto o porque no pueden ir más rápido.
También veía hastiados dependientes asomados desde la puerta de sus respectivas tiendas en inútil intento de escapar del entorno cutre donde trabajan.
Vi de todo, aunque lo que más me sobrecogió, como siempre, es ver al loco que va hablando solo (sí, me cercioré que no hablaba por un minúsculo manos libres) al personaje que sólo él ve y con el que discute. Da la impresión que ajusta cuentas con alguien con quien no pudo ajustarlas realmente, quizá la persona culpable de su actual situación.
Pensé entonces lo fácil que es volverse loco. A lo largo de la vida se suceden demasiados eventos contra la salud mental: Alguien se queda sin madre demasiado pronto; otro tiene un accidente que le deja en una silla de ruedas; otros sufren acoso escolar; mujeres maltratadas; jefes déspotas; policías extralimitándose; alguien que te quita las pelas porque sí; o alguien que te pega porque le miras.
No duermes las horas que debes, ni siquiera las que puedes. El estrés laboral te acosa. Tú te acosas a ti mismo. El sentido de la responsabilidad, del deber.
Otras veces sufres negligencias: médicas, administrativas, sentimentales. Y sufres las consecuencias.
Más cosas: De pronto te diagnostican algo raro, chungo o desconcertante. Te joden la vida. La puta naturaleza te pone todo cuesta arriba.
Otras, metes el dinero en un sitio para ganarte unos duros, aunque sean a cuatro pesetas y te mangan la pasta. O bien porque la cosa no es lo que parece o porque te cierran el chiringuito o porque tu producto financiero no está dando los resultados que se esperaban.
Haces listas interminables de cosas por hacer, nunca te sientes que cumples objetivos, aplazas lo importante y realizas lo trivial. Mueres por el camino sin darte cuenta. Te comprometes a ayudar aquí o allá, a echar una mano. Y para cuando te miras al espejo ya no tienes manos.
Entonces, cuando pasa cualquier cosa de estas o todas o varias, volverse loco es lo más sano que te ha podido pasar. Ya puedes hablar solo por la calle y pelearte con las sombras que quieras. Ya puedes olvidar tu nombre, linaje, categoría profesional y lazos sociales. Estás libre en tu locura de no entender más allá de lo que tu organismo te pida, libre y sintomáticamente. Estás loco, pero a salvo.
Truman: Ex-Trabajador de oficina. Incansable observador. No deja títere con cabeza. Su lema: "Cuando no tengo otra cosa que hacer, trabajo".
domingo, junio 17, 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
La respiración contenida
De un día para otro vino la hostia y cortó la respiración. Un virus malo, malísimo, llega, se expande, mata, colapsa. De un día para ot...
-
No sé si es la sociedad (balones fuera), el cansancio vital de los que están en su entorno (balones fuera) o simplemente que somos así de hi...
-
Conocí a Hovik hace tres semanas. Me dio un abrazo y supe que era mi amigo. Esas cosas se sienten o no se sienten. Hoy Hovik ha triunfado en...
-
Entre el 3 y el 6 de noviembre se celebró en la Universidad Autónoma de Madrid el I Congreso Universitario sobre el Monólogo Cómico . Pa...
3 comentarios:
Hola Truman!
Soy Germá gran.Te escribí un comentario pero no sé si seguí los procedimientos habituales o es que aún no te has decidido a publicarlo.
Nada más quería decirte que sobre la locura uno puede caer en ella víctima de la desesperación o de la injusticia. Un loco famoso fue Don Quijote o, tal vez, era un loco a ratos pues, recuperaba cierta cordura cuando se daba cuenta de que los gigantes eran molinos, aunque él se justificaba diciendo que había sido presa de un encantamiento.
Realmente, Don Quijote lleva adelante una noble tarea: defender a los débiles y a los necesitados como hacían los caballeros de los libros de caballerías. ¿Sería una locura, cuando la gente sólo se preocupaba de sí misma?
Bueno Truman, si puedes me respondes.
Hasta luego.
Hola Germá gran. No sé de qué comentario me hablas. Debe ser que no seguiste los procedimientos habituales. Recibo pocos, no creo que se me haya pasado. Yo personalmente pienso que o Don Quijote estaba como una regadera o su madre no le dejaba jugar con los demás niños y se quedó así o su vida era realmente aburrida o todo a la vez. Esto por decir algo, que conste. Adeu serma!
Yo prefiero estar loco, y estoy agusto tal y cmo estoy...
Aunque, tb meter tripa en una boda...entre foto y foto..entre aguantar el aire y tratar de imitar a Shakira...puedes terminar loco tb...
jaja...y es que hay muchas formas de locura!!
yo prefiero la de Sabina!!jajaj..
bueno, me voy con mi violín a tocar un rato...
bechos
Publicar un comentario